Tenía un amigo con quien, durante la universidad, solía regresar todas las noches rumbo a mi casa. Hace mucho tiempo que no sé nada de él, nos perdimos el rastro o él quiso perderse, no sabría bien qué. Durante esos recorridos discutíamos muchas cosas en torno al terror, lo paranormal, el misterio, y lo que Bernardo Esquinca llama “la otra literatura”: teorías conspirativas, apariciones, extraterrestres, etcétera. Poco nos llegamos a preguntar, o al menos yo, durante estas charlas sobre la relación que podría tener todo eso con nuestra realidad, con nuestro contexto e historia inmediata: con lo político, lo social, etcétera. Poco pensaba también en las relaciones que estas mismas cosas podían tener entre sí o sobre lo que T, mi amigo, especulaba. Quizá él sí pensaba en ello y me encaminaba hacia sus reflexiones. La intención de estas páginas es revisitar de manera crítica esas discusiones; no habla a través de mí la nostalgia, sino la inquietud y el afán investigativo.

Uno de los primeros temas de discusión fue sobre los canales. ¿Qué de interesante podrían tener los canales? T aseguraba que durante ciertos momentos del año había más actividad en ellos, ya sea porque había un estancamiento de basura, desbordes, dejaban de funcionar las máquinas de arrastre o, por desagracia, aparecían (surgían) cuerpos.

Te has puesto a pensar en lo curioso que son los canales. Atraviesan calles, luego avenidas, colonias, municipios y ciudades enteras. Es el respiradero de las grandes ciudades y una de sus articulaciones más importantes, ¿no lo crees? Pero sólo por estar relegado a la periferia nadie, o casi nadie, les presta atención.

T vivía muy cerca del Gran Canal de la Ciudad de México, en el municipio de Ecatepec, en una colonia que lleva por nombre Boulevard de los Aztecas. Por lo regular lo dejaba todas las noches a los márgenes del canal y él lo atravesaba caminando si no alcanzaba transporte de regreso a casa.

A veces me detengo un rato a observar el canal… ¿qué cosas habrá debajo? ¿Qué tan profundo puede ser?

El Gran Canal es el punto de encuentro de todo el drenaje de la Ciudad de México: todo lo que se arroja por el inodoro o la coladera terminará llegando a él. Alcantarillas, ductos, drenajes, todos están por debajo del suelo, imbricados: todo corre y avanza siguiendo su corriente. Sin embargo, cuando las ciudades se inundan es por un atolladero en el sistema: hay basura y la basura causa estancamiento. La basura rompe con la tranquilidad de la corriente. Si no hay basura, si la basura no aparece no hay alarma, no hay necesidad de destapar los ductos, el canal sigue su paso, ¿hacia dónde?

Cada cierto tiempo cierran algunas avenidas que cruzan el canal, ¿sabías eso? Uno podría pensar que es por el paso del tren, pero no. Apenas la semana pasada cerraron como por un par de horas… hacen una especie de limpieza, drenan algunas partes, las partes donde están los filtros y lo que más sacan no son ni plásticos ni desperdicios… son cuerpos… por eso deben cerrar, para que la gente no los vea.

A mediados del 2014 obtuvimos una cifra en algunos portales de internet sobre la cantidad de cuerpos hallados en el Gran Canal. Se hablaba de 46 cuerpos, otros decían que era el doble, se contabilizaban solamente los cuerpos que eran visibles o que se encontraban en la superficie, flotando, no aquellos en lo profundo del canal. El gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila, nunca ha salido a declarar sobre todos los cuerpos hallados en torno y sobre el Canal y el Río de los Remedios, cuerpos que se encuentran semana a semana. Durante el 2014 a ningún cuerpo se le realizó una prueba de ADN y los casos aislados, es decir, los que no tuvieron denuncia (los cuerpos jamás reclamados), jamás se siguieron: no se les puede aplicar una prueba de ADN hasta que se tengan indicios de que uno de los cuerpos hallados sea de alguien reportado como desaparecido: es una tontería creer que las personas encontradas en el Gran Canal se hayan arrojado voluntariamente.

El ejemplo anterior se podría replicar muchas más veces. El propósito aquí no es el recuento particular de algunos. Lo terrible en cuestión es el descubrimiento, el reencuentro con los cuerpos. No existe un proyecto operativo que tenga como tarea vigilar y observar el canal con el propósito de identificar posibles cuerpos. Cuando se llega a drenar alguna parte del canal, o simplemente a revisar, no es porque se esté buscando, con todos los esfuerzos posibles, a una persona desaparecida, no; hay un cuerpo que alguien arroja y luego otro y luego otro y luego otro que avanzan en conjunto junto con la corriente, atraviesan una larga ruta y luego se asimilan al flujo, pero el canal no es lo suficientemente ancho: cuando hay una conglomeración en algún punto de esta articulación y se provoca un estancamiento crítico es cuando las autoridades deciden revisar: no porque pueda haber cuerpos y se deba investigar, exhumarlos, entregarlos a sus respectivas familias, no; revisan porque, como cualquier otro material, los cuerpos irrumpen el libre paso de la corriente y eso afecta al Estado.

Esa misma noche, cuando me quedé esperando para poder cruzar, recordé que en IT también hay un canal. Pennywise vive en un drenaje y no en cualquier alcantarilla sino en el punto central del sistema de drenaje. No me había percatado, hasta ese momento, de la importancia que tiene la primera escena, cuando It arrastra a Georgie por la coladera… también hay otros personajes que terminan por ser arrastrados al drenaje… ¿no crees que los canales funcionan como enlace a otras, no sé, entidades?

—¿Cómo? ¿Te refieres a una especie de monstruo?

—No necesariamente, pero sí. Bueno, no monstruo monstruo como justo un payaso diabólico, pero sí como cierta fuerza maligna, una entidad más grande como para simplemente considerarla monstruo.

—Pues quizá sí, no sé, lo que sí es extraño es que pocas veces se mueve esa corriente… Oye T, pero en IT, si no mal recuerdo, el canal está seco, ¿no? o al menos no inundado, pues, como aquí.

—Sí, y creo que esa es la razón por la que It comienza realmente a salir o a atacar, no hay cuerpos, basura o agua que lo mantenga abajo, dormido, esperando… o igual los cuerpos que van llegando, cotidianamente, funcionan como una especie de sacrificio, no lo sé. Pero me gusta pensar en It no en cuanto a su manifestación física, sino como la deidad primigenia que es.

Hasta ahora, teniendo en cuenta lo anterior, y que se continúan hallando cuerpos en el Gran Canal a causa de la construcción de la nueva autopista CDMX-Nuevo Aeropuerto Internacional, parece importante retomar un proceso que convierte a los cuerpos en basura: no es trillado hablar de basurización de los cuerpos ya que un individuo, sea hombre, mujer o niño, cuando no está siendo útil para la sociedad y su pérdida no deviene en una pérdida de estado, comienza a volverse un objeto que debe ser desechado. La basura no es basura hasta que estorba o causa un problema: la basura no es basura hasta que deja de ser útil.

En el sistema de producción capitalista, cuando se produce un excedente lo que se hace con él es intentar reciclarlo y si no se puede se desecha, es parte del metabolismo perverso del capitalismo. La basurización consiste en volver desechable la figura del individuo en tanto que no produce o no es un sector importante para el Estado. Las figuras marginadas socialmente tienden a este proceso.

La basurización es un problema del sistema económico y político que impera en los países neoliberales, sobre todo en los del denominado tercer mundo. Estas políticas neoliberales llevan siempre a la exclusión: si uno se enferma, por ejemplo, puede perder el trabajo y las políticas neoliberales lo descartan como si fuera basura. Esta política consiste, en el fondo, en una necropolítica: una política construida a partir de la muerte. Para Clara Valverde,

[la “necropolítica” es una política] basada en la idea de que para el poder unas vidas tienen valor y otras no. No es tanto matar a los que no sirven al poder sino dejarlos morir, crear políticas en las que se van muriendo. Los excluidos son los que no son rentables para el poder ni para implementar sus políticas. Son los que no producen ni consumen, los que, de alguna manera, sin querer y sin saberlo en la mayoría de los casos, sólo existiendo, ponen en evidencia la crueldad del neoliberalismo y sus desigualdades.

Vivimos, entonces, bajo un neoliberalismo antropofágico, que tiene la necesidad de devorar y engullir cuerpos para que su metabolismo continúe, para que siga andando. Los cuerpos funcionarían entonces como una suerte de combustible. T no estaba tan errado al decir que los canales son los catalizadores del Estado.

Por aquellos años ni T ni yo conocíamos la literatura de Mariana Enríquez, pero estoy seguro que le habría resultado bastante atractivo el cuento “Bajo el agua negra”, en el que los habitantes y autoridades de un pueblo intentan mantener oculta una deidad en un pequeño riachuelo de aguas negras. Lo traigo a colación ya que es un ejemplo claro de basurización y del funcionamiento de la necropolítica: es un simulacro de mundo.

Durante años pensé que este río podrido era parte de nuestra idiosincrasia, ¿entendés? Nunca pensar en el futuro, bah, tiremos toda la mugre acá, ¡se la va a llevar el río! Nunca pensar en las consecuencias, mejor dicho. Un país de irresponsables. Pero ahora pienso diferente, Marina. Fueron muy responsables todos los que contaminaron este río. Estaban tapando algo, ¡no querían dejarlo salir y lo cubrieron de capas de aceite y barro! ¡Hasta llenaron el río de barcos! ¡Los dejaron estancados ahí!

De qué estás hablando.

No te hagas la estúpida. Nunca fuiste estúpida. Los policías empezaron a tirar gente al agua porque ellos sí son estúpidos. Y la mayoría de los que tiraron se murieron, pero varios lo encontraron. ¿Sabes qué viene acá? La mierda de las casas, toda la mugre de los desagües, ¡todo! Capas y capas de mugre para mantenerlo muerto o dormido. (170-171)

Hace poco tiempo leí, en alguno de los blogs que sigo, algo sobre un filósofo o arqueólogo persa de apellido Parsani, que consideraba a Medio Oriente como una entidad viva… Él hablaba de un sistema de cuerpos, un sistema complejo de vida y de cómo todo lo viviente estaba en función del nafta… ¿no es curioso que todo lo que llevan los canales, toda la materia orgánica, me refiero, es un potencial combustible?

—Pues en algún momento será petróleo, ¿no?

—Probablemente. Pero no necesariamente me refiero al petróleo como combustible… ni al combustible como combustible, sino como unidad estratégica para que algo funcione… como la sangre, por ejemplo. La sangre no es combustible, pero es indispensable, quizá así los canales los cuerpos para los canales, ¿no lo crees? Y estos para las ciudades.

Poco más poco menos recuerdo de esta plática, en la que seguro tuvimos más ejemplos. T por aquellas fechas me prestó fotocopias sobre la exterración, los gusanos, un libro sobre blasfemia telúrica, El devorador de planetas, las nuevas investigaciones de Carrasco y algo de una ciclonopedia. Recuerdo haber platicado con él sobre un supuesto video en el que se escuchaba y veía, ‒sobre todo escuchaba‒, la vibración del agua estancada del canal como si por debajo estuvieran construyendo otro ducto. El video sólo mostraba eso, recuerdo, pero estoy seguro que tenía otro propósito.

Creo que T pensaba que los canales escondían algo que seguro estaba relacionado con tanto cuerpo arrojado y tantas desapariciones: no creía en los canales como un pretexto de cementerio, sino como un complejo sistema autónomo e inteligente que ni siquiera el propio Estado podía comprender, pero que, indiscutiblemente, estaba relacionado con él. Ahora yo también lo creo un poco, debe haber algo de maligno en los canales como para querer mantenerlos tan inmóviles.

De entre las copias que me prestó encontré tres cosas interesantes: una nota, un poema y un mapa, que intentaré resolver, pero sé que conozco el lugar que se describe. Reproduzco como cierre lo anterior:

[NOTA] “La necesidad de cuerpos para un correcto funcionamiento de nuestro sistema se remonta a un temprano capitalismo y por lo tanto a una política: hay necesidad de hacer operativos y funcionales los acontecimientos, convertirlos en estrategia. Al momento en que los cuerpos caen al “agua”, ésta funciona como catalizador y solvente: es el jugo gástrico que desintegra para ayudar al proceso. Una vez líquido, atraviesa todo ducto posible. En otro escenario no tan abierto, las ratas son las encargadas de desterritorializar el suelo: su fuerza desintegradora ayuda a devorar y deshacer todo en micro unidades esporáticas, pequeños cuerpos… todo a favor de la corriente.

La Tierra reclama para sí un sacrificio. ¿Quién nos hizo creer que habitamos un espacio estático e inconsciente y no un montículo inteligente?

Estamos destinados a alimentar ferozmente nuestro hogar.

Somewhere in dream there is an evil place
Where tall, deserted buildings crowd along
A deep, black, narrow channel, reeking strong
Of frightful things whence oily currents race.
Lanes with old walls half-meeting overhead
Wind off to streets one may or may not know,
And feeble moonlights sheds a specral glow
Over longs rows of windows, dark and dead.
There are no footfalls, and the soft sound
Is of the oily water as it glides
Under stone bridges, and along the sides
Of its deep flume, to some vague ocean bound.
Non lives to tell when that stream washed away
Its dream-lost region from the world of clay.

“The Canal”, H.P.L.

mapa.png

Imagen tomada de Untapped Cities

Escrito por:paginasalmon

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