治は苦笑した[1]
Sin falta, somos algo que acaece sin necesidad de nada.
I
De pronto,
hablo de mis amigos
como si hablara de un acto cotidiano.
En cuanto se mueve
va consigo su cuerpo.
Habla sobre mí al igual que experimentarse
en cada uno de sus miembros,
estos que inician con la petición concedida
de entregarme a una forma.
En verdad, ¿era solo esto el acto humano?
Está todo allí, sucediendo,
allí el espacio para los actos necesarios,
ningen denai.[2]
¿Qué de esto que acontecemos,
esto que no ha sido
sino
nosotros sucediendo?
Habla, pues, con el gesto ceñido al corazón de la máquina
esa
que entendemos en la duración de un acto.
¿Tan débil fuíste?
Nos empeñamos ahora en hacer de la máquina un cuerpo,
en hacer de nosotros alguien mismo,
tada, issaiwa sugite ikimasu.[3]
Hablo del dolor porque no acaba:
estamos vivos,
sin embargo, esto lo fue todo:
he querido nacer,
lo hemos decidido así desde siempre:
entregarnos a una forma para actuar.
Aquí nada más que el acto humano,
aquí nada más que el humano con sus actos
hablando de sí mismo,
de nosotros.
Hablo del dolor porque no acaba,
otra cosa es el sufrimiento,
¿un animal lo padece?
En cuanto se mueve
va consigo su cuerpo.
No era solo esto el cuerpo, algo que dolió,
sino la reflexión de un acto;
no era solo esto el cuerpo, algo que dolía,
sino la intención de un acto.
En cuanto se mueve
va consigo su cuerpo.
Adultos tememos,
adultos, también, asistimos al llanto,
asistimos a la pesadilla.
Ese niño que era aquí con nosotros
¿sabe que tampoco no sabemos?
¿sabe que extenuados la sonrisa nos aplasta?
Ese niño que era aquí con nosotros
¿sabe que adulto el humano
no es más que alguien envejecido?
De pronto somos alguien en la duración de un acto,
de común prevemos el gesto: la mano en la garganta.
¿Somos alguien que no sabe
que ha pensado en el cuerpo,
pero no con el cuerpo?
Habla, pues, del niño crecido que llamamos adulto,
habla de este adulto que somos
presionando el lugar del cuerpo:
la pesadilla infantil nos traga,
quisieras un sueño reparador,
quisieras…
Habla, pues, de este adulto que somos
intentándose en el cuerpo:
en verdad, fue doloroso nacer;
¿eso no cambia?
Era él con el temor
a la espera de su muerte,
no,
éramos nosotros responsabilizándonos
de nosotros mismos;
éramos, que la libertad nos abrumaba
y no era eso en verdad, sino el hacer de nuestros actos.
Fotografía de cjoni
Tsushima Oda (Tijuana, B. C., México, 1994). Escribe poesía y prosa, investiga y analiza literatura. Dirige un círculo de lectura de literatura japonesa. Le interesa el fenómeno enunciativo presente en la poesía (literatura), el carácter liminar del sujeto enunciativo, o la liminaridad entendida desde el ámbito ritual y su aplicación a otros entornos, el budismo (o los budismos), la literatura japonesa (en especial la de aquellos llamados Buraiha). Colabora en Pirocromo y Simulacro. Ha publicado en Campos de plumas, Revista Literaria Monolito, entre otras. Participa en la Revista y Editorial Gramanimia como corrector de textos y creador de contenido. |
[1] Fragmento del poema Jinsei (人生).
[2] 人間でない (no soy humano)
[3] ただ、一さいは過ぎて行きます (Sin embargo, todo transcurre)