Escribo
No hay majas desnudas
ni pudorosas
No hay mar de nubes
revolviéndome el cabello
ni horizontes que pinten el tiempo
y congelen su paso
en las sombras de las piedras
No hay labios resecos ni manos encalladas
No hay ansias
sorpresa o ingenuidad
Brilla la ausencia
de hambre de sangre de bilis
de llanto
Falta el golpe
la piedra en el zapato
la música en el eco
No existe
rayo que atraviese mi corazón
o suficiente introspección para hablar
las respuestas a mi infancia
No hay brújula
instinto madera por tallar
No hay refugio
de vuelo
de huracanes y tormentas
No hay salvación
ni tiempo ni espera
No hay nada en este impulso de balbucear
caer en la pregunta de todo
en la avaricia de hablar el mundo
en mis intentos por hacer que el aire en el trazo
tenga sentido
garabato: fiero trazo: esbozo: apenas algo:
torbellino del espacio en blanco:
danza autómata: engranaje: laberinto: nudo:
movimiento congelado: perderse en las vueltas de la mano
y no ver nada: algo germinando: brote:
una enredadera: de culebras: de miembros retozando:
la idea que en labios tiembla: una risa nerviosa:
ejercicio del caos: tripas de gato: un torcelenguas:
hacer algo: sin terminar de pensarlo:
un lápiz que balbucea: la vista perdida en el cielo:
en el polvo iluminado: y perderse en las vueltas de un posible escenario:
de la fantasía: que nunca hemos de hablar: ni vivir:
más que la repetición en el papel:
garabato: joven promesa:
que no sabemos
si será:
algo
Manifiesto
Las palabras no me sirven para hablar
[…] No estoy en ese lugar que llevo dentro
“Diles que no me maten”
No saber por un rato los nombres y las fechas
tropezar la punta de la lengua
y dejarla ondear autónoma
como la cola de un gato
en un idioma que no conozco
No encuentro por qué
recordar el rostro de la gente con la que trabajo
ni las calles que he pisado
en esta ciudad acelerada
que me devora y me vomita
No me importa perderme entre olores
en la ausencia de mis ojos
en la lentitud de mi respirar
Que la tos opaque
las canciones de los árboles
y que la vida pase con efectos especiales
Así no hay nada que explicar
Así todo lo que está frente de mí
es maravillosamente nuevo
Cuando olvido
todo se vuelve otra cosa
demasiado grande para meterlo en una caja
Cuando olvido
las cosas son otra cosa
que no recordaré mañana
Cuando olvido
las cosas se vuelven grito divino
de mi ignorancia
Y me han dicho
que no debe ser así
que debo dejar que el mundo sea
rápido y sin cuidado
que no hay que confiar
en lo que sea que me pongan en la palma de la mano
en lo que me digan cerquita al oído
e inflame el corazón
porque el mundo no es eso
porque el mundo no se mueve así
Pero prefiero no hablar
ni tratar de descifrar las verdades
que mañana los errores habrán de susurrarme
No quiero saber las congojas de mis vicios
ni las virtudes de mis exigencias
Decido olvidar que hay más amaneceres
y con ansias me apresuro
a saltar de un edificio
para ver todo desde arriba mientras vuelo
entre azoteas y cables
sin pensar en que la tierra puede temblar a mis pies
que la luna ha de perder su brillo algún día
que entonces
todo habrá sido para nada
Y no me importa si tras la cúspide
viene alta la caída
«The Climb» tomada de Tate
| Olympia Ramírez Olivárez (San Diego, EE.UU., 1998). Traductora, editora y escritora. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la Ciudad de México, donde actualmente reside. Tiene experiencia como profesora de idiomas y guía de turistas. Fue becaria en el sitio web de noticias y de entretenimiento Sopitas de 2018 a 2019, escribiendo reseñas de libros y haciendo entrevistas y reportajes de eventos culturales. Realizó su servicio social en el Seminario de Edición Crítica del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Su obra literaria se compone de ensayo, poesía y traducción, la cual se encuentra publicada desde 2018 en diversos medios y revistas físicos y digitales como Efecto Antabus, Punto de partida, Punto en línea, Ruleta Rusa, El Blog del Perro y Página Salmón. Con esta última ha publicado recientemente el poemarío Radiografía de cuerpo completo (2023). |
