13:07

Mucho antes de nacer

mi vida ya había comenzado,

yo ya estaba vivo,

pero perdí la memoria y el sentido

al renacer en este cuerpo

que no es mío.

Él, quien se dice “Yo”, 

fue concebido 

y abrió los ojos una noche

y creció bajo el fatal designio

de no ser más que un reflejo vivo

del despertar agónico 

que ilumina el cielo 

cada mañana.

Él, quien se dice “Yo”, 

nació durante una efímera cavilación 

de la muerte ensimismada,

de una azarosa idea

sepultada en el olvido.

Ahora estoy en el umbral fatal

donde está escrito con piedra

un nombre confuso: “Vida”,

se lee entre el polvo,

“una puerta virtual 

que conduce a la muerte”.

Es por eso que, a la agonía, 

una puerta virtual

que conduce a la muerte,

a la agonía llamo vida.

Nada que viva puede no haber muerto.

Descansa en un sepulcro

mi más tangible cuerpo.

Nada que viva puede no haber muerto.

Mi más genuino ser

yace postrado

entre los muros de negrura inaccesible,

encandilado por los cirios. 

Descansa en un sepulcro

mi más tangible cuerpo.

En el febril delirio

que aviva la agonía

confundo esta muriente voz

con la voz de mi esencia.

Descansa en un sepulcro

mi más tangible cuerpo

y la duración de la vida

es la alucinación tenaz

de la febril agonía.

8:06

Una solitaria ventana

añil, de márgenes inciertos,

está suspensa sobre mi frente.

Sobre la superficie oscura del mar

caen copos luminosos

que resbalan entre pestañas

y descienden por las densas venas 

de la oscuridad.

Sobre la superficie oscura del mar

flota una red de ojos atados

y con el pincel de mi lívida mano

pinto debajo

surcos morados.

Una solitaria ventana

añil, de márgenes inciertos,

gira y se deslíe

sobre mi frente,

se expande y se contrae

a un mismo tiempo:

marco, aurora,

relente, árbol, destino,

los cuervos avizoran

dos débiles pasos en el camino;

sombra, núcleo, río,

luz, estiércol, años,

todo ha sido escrito

por la mano del caos,

todo ha sido escrito

sobre un profundo papel vacío.

Las cosas solo existen en el caos y en la nada.

Es su esqueleto lo que exhuma la mirada.

Las cosas solo existen en el caos y en la nada

y, cada segundo, muere: renace el mundo.

Una solitaria ventana

añil, de márgenes inciertos,

despliega dos alas nocturnas

sobre la serpiente de nieve 

que sueña.

Escucho el vidrio roto 

al otro lado de mi sangre.

22:22

Cae la noche y la sangre hundida,

sobre la piel suspensa, 

vigila;

mas todo surge 

–todo acaba– 

en silencio

y un péndulo secreto,

un vórtice incierto,

entre la ilusión y el recuerdo,

entre el error y el acierto,

crea –en silencio–

un vacío turbulento,

un vértigo negro

que no cesa

y vuelve sobre sí,

pulso, erupción,

vibración de sol

en la constelación

que mana de dentro,

que mana de la nítida armonía del silencio,

un universo que se esconde 

entre galaxias, soles y planetas;

una mente que inventa y se confunde,

una lengua que besa y se desdice,

un poema que entona al callar.

Y en esta escala de silencio

mi voz alcanza la altura del eco, 

la dimensión de una nota y su fragmento,

y respiro el cielo gris de la melancolía 

y me destello en los matices de la sombra 

y dedico un canto vívido a la muerte.

Materia, luz, silencio,

todos son tenues reflejos

en un espejo muriente.

Graban las horas el diamante

del epitafio en que vive el ayer, 

en que muere el presente.

4:14

Sobre el agua, bajo el cielo,

manando del sol,

un apócrifo color…

Un color que no existe

más que en la ilusión 

que induce en cada ojo:

humano, divino, animal…

Es su esqueleto lo que exhuma la mirada.

Sobre los muertos que palpitan

bajo la piel de la tierra,

sobre sus capas, sobre-abundancia,

sobre la robustez del cadáver

abrazado al cadáver,

sobre el sustento del cadáver

devorando al cadáver,

cae la luz muerta

que vive en las estrellas.

Mis ojos son el reflejo 

de la luz del sol sobre un muerto.

Porque la luz tampoco vive,

sino como un recuerdo

lóbrego y pequeño

en la pupila

y la lluvia desnuda 

mi cadavérico aliento

y la nada dibuja

el hálito cruento 

que contorna la inefable hiperestesia

de la piel abismada

en el remanso del placer y del dolor

donde converge un grito ambiguo,

el grito suplicante de la mirada.

Creo que la identidad

es lo que la lingüística llama deixis,

una obsesiva deixis,

y que no somos diferentes, en realidad,

al acero, al tiempo, a las estrellas.

En ocasiones tengo miedo de perder la razón,

de ya no regresar a la noción de mí mismo,

de diluirme en un signo que subraya

la sensación de desesperación

y de perder la capacidad 

para concebir la noción de realidad.

3:22

Hay días en que siento que la vida no me vive.

En ocasiones me despierto en una sombra

perseguida por un cuerpo.

¿No es razonable escuchar las manías

que al oído musitan todos los días?

En el desorden del orden,

en la sospecha que despierta el propio reflejo,

nada puede ser más genuino,

nada más esencial, que lo que no controlo.

Nadie puede ser más “Yo”,

que quien excede a la lógica impuesta,

a la “normalidad” e, incluso, a mí mismo. 

Nadie puede ser más “Yo”,

que quien hace ESTO de ESTA y no de AQUELLA manera,

que quien elige una sola situación dentro del infinito espectro

y reacciona con el mismo afecto –con el mismo miedo–,

una, otra, una, otra, una y otra vez.

Invoco la vida

realizando efímeros rituales

bajo la luna, al despertar,

mientras ansío, cuando me voy.

Invoco la vida

realizando efímeros rituales

derramando mi sangre al despuntar el sol,

frente a un vidrio roto, 

dando tres pasos;

repitiendo tres veces

la ausencia

en la soledad del conticinio

con una vela encendida

bajo la piel;

recogiendo tres gotas: 

lágrima, sudor, saliva,

vertidas en el mar,

donde volarán 

las luciérnagas 

sobre la luna de agua. 

Invoco la vida

que me abandona, 

que no es mía,

porque no existo, soy cadáver

que siente angustia 

y delira 

e invoca la vida

en un florido

y cálido cementerio.

Pasé días sin dormir

echando tierra

sobre tierra,

a la angustia.

Hoy ha brotado,

sobre mi pecho,

una quieta

y pálida flor.

Imagen tomada de Pinimg.

vida, ser, ritual, agonía, muerte

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Escrito por:paginasalmon

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