La SF Encyclopedia no tiene una entrada específica para lo «queer», aunque se destaca que los temas y personajes LGBT+ han adquirido cada vez mayor importancia dentro de los géneros especulativos, incluida la ciencia ficción.

Si bien “algunos críticos han dado en llamar literatura homosexual a aquella escrita por hombres y mujeres homosexuales y heterosexuales que tratan el tema de manera explícita.” (Tornero, 2001: 211), para este ensayo se consideran únicamente obras cuyos temas o personajes desafían los supuestos heteronormativos o imaginan sociedades con una comprensión más fluida del género y la sexualidad.

En México, la ciencia ficción queer surge en 1983, cuando Arturo César Rojas publica bajo el seudónimo de Kalar Sailendra: xxyëröddny, donde el gran sueño se enraiza, que algunos consideran “la primera y única novela de ciencia ficción homosexual” (Tornero, 2001: 213) publicada en el país. Este relato, de 50 cuartillas y escrito en prosa poética, narra las aventuras de Dro Viavdra-Vianavtra, el miembro más joven de entre los Viajeros de las Estrellas en la Galactosfera. Resulta interesante que, en su mismo ensayo, Tornero mencione también Utopía Gay, de José Rafael Calva (1982), pero sin considerarla dentro del género pese a ser una ucronía que “propone una comunidad imaginada utópica… en donde prevalece la solidaridad, la comunicación y la aparente distribución democrática de posiciones y valores.” (Ruiz, 2006: 291).

Posteriormente, en 1988, Gabriela Rábago Palafox gana con “Pandemia” el Premio Nacional de Cuento Fantástico y de Ciencia Ficción (entonces conocido como Premio Puebla). Y en 1992 Olga Fresnillo obtiene esta misma presea con “Feliz Advenimiento”. Estas obras retratan, respectivamente, una sociedad predominantemente lésbica[1] la una y otra de hombres gestantes.

La aportación de estas obras radica en que “cuestionan el carácter de inevitabilidad de la heterosexualidad, cancelando así su estatus normativo” (Ruiz, 2006: 291) e imaginan un futuro en el que los conceptos de identidad, familia y sociedad no necesariamente estarán regidos por criterios binarios o heteronormados.

En los años subsecuentes, se publicaron novelas y relatos de ciencia ficción donde aparecen personajes LGBT+. Como ejemplos tenemos: Salón de Belleza (1994), de Mario Bellatin o Adamas (1995), de Héctor Chavarría. Aunque no será hasta que Homópolis publica “Éxodo” (2004), de Martín Fragoso cuando el elemento Queer vuelve a ser el novum mismo de la historia.

Contexto social y avances

Es pertinente aclarar que los personajes del espectro en estos relatos se identifican a sí mismos como marginales dentro de un escenario que es, básicamente, la realidad misma del autor: una sociedad regida por la heteronorma, donde el estado, aun siendo laico, no reconocía derechos como el matrimonio igualitario, la identidad de género o la adopción homoparental, mismos que solo fueron reconocidos muy recientemente y, en algunos casos, de manera parcial[2].

Aunque enfrentan muchos desafíos, particularmente en lo que respecta a las infancias trans, hoy la población LGBT+ en México está legalmente protegida contra la discriminación y es cada vez más común que se les incluya como personajes principales, ya como protagonistas o antagonistas, en muchos de los relatos de ciencia ficción escritos por distintos autores, ya sea que pertenezcan declaradamente al espectro LGBT+ o no.

Obras destacadas recientes

En los últimos años han aparecido relatos como “Seward y la juventud mexicana” (2018), de Juan de Dios Maya en su libro de cuentos Soboma y Gonorra, y un par más en Crónicas de Wallmerica (2019), de Jorge Chípuli. En el 1er Queerloquio: la diversidad sexogenérica como bastión de resistencia, Juan de Dios, antes de leer su cuento –que tiene como protagonista a William S. Burroughs– dice: “los heterosexuales tenemos a veces esa relación homoerótica con la diversidad y cuesta un poco de trabajo asimilarlo o aceptarlo” (Maya, 2021)[1]. Por su parte, en todos los relatos de su libro de cuentos, Chipulí hace sorna de las constumbres del vecino país del norte y si bien en “Los repatriadores” toca el tema de la discriminación (tanto por raza como por preferencia sexual), en “Mecsican Conversion Therapy” agrega la transición de género como parte de los requisitos para cumplir el sueño americano.

2020

A principios de la década, se publican en la revista Espejo Humeante los relatos: “El tiempo es otro río” (2020), de Eduardo Vardheren y “Espectáculo en Micelio” (2020), de Mario Humberto López Araiza. En el primero, un viajero del tiempo tiene un breve encuentro con su poeta favorito del pasado, que se sabe era homosexual, mientras en el segundo, una misión de espionaje requiere personificar a una drag queen cibernética. Estos relatos son más bien breves y su aproximación a lo queer es tímida, literalmente en el beso gay que apenas enuncia Vardheren y declaradamente fársico en el caso de López Araiza.

En este mismo año, aparecen también “Comer frente al mar” (2020) de Víctor Parra Avellaneda en Revista Alcantarilla y “Fantasía microdermal” (2020), de Manuel Mörbius en The New Gay Times. En ambos casos, la pareja de protagonistas se reconocen del mismo sexo, pero el transhumanismo hace irrelevante este hecho.

2021

En el libro de cuentos No hablaremos de muerte a los fantasmas (2021), de Daniel Centeno tenemos dos relatos: en “El aleph está escondido en los ojos de los peces”, la pareja de protagonistas está constituida por dos mujeres y en “A las estrellas”, se sugiere que el protagonista anhela un viejo amor de su mismo sexo. Aunque en ambos casos los personajes –si bien denotan cierta atracción romántica– se presentan más bien como asexuales.

En Ansibles, perfiladores y otras máquinas de ingenio (2021), de Andrea Chapela encontramos el relato “Como quien oye llover” y en Un tlacuache salvó este libro del fuego (2021), de Daniela L. Guzmán, aparecen dos relatos: “También hay belleza en la finitud” y “La extinción de las bestias es un acto de amor”. Andrea construye la relación de sus dos protagonistas poco a poco a lo largo del relato, la cual, acompaña esa otra historia futurista sobre la Ciudad de México inundada. Daniela, por su parte, anida la relación de sus dos ratones antropomórficos como una metahistoria dentro de la narrativa principal, mientras que en el segundo, construye la relación de sus dos protagonistas como confidentes.

En este mismo año, tenemos en el libro de cuentos Universos perpendiculares, “Memoria quemada” (2021) de Manuel Sauceverde; además que la revista Axxón publica “Nuestra safeword es miau” (2021), de Daniel Centeno, mientras que en el blog de Especulativas Mx se incluye “Parasomnia” (2021), de Karla Arroyo. El primer cuento subvierte los roles de género con la ambigüedad identitaria de sus personajes, el segundo, con una estética más bien BDSM, nos describe un juego homoerótico entre el superhéroe y el supervillano, y el tercero sugiere apenas que la protagonista es hija de una familia homoparental[3].

2022

Posteriormente aparecen: “28 de agosto” (2022), de Daniel Centeno en Luvina, “Eme” (2022), de Seth Nahúm en Espejo Humeante #12, “Error de ubicación” (2022), de Raquel Hoyos en Espejo Humeante #11 y “Las leyes de los astros” (2022), de Eduardo Vardheren en Teoría Ómicron. Fiel a su estilo, Daniel sugiere cierta tensión sexual entre sus dos protagonistas del mismo sexo, sin que haya más contacto físico que el roce de sus rostros. Por su parte, Seth describe la relación entre su protagonista pansexual con una máquina a la que no se le asigna género. Raquel construye, en la liminalidad de la realidad virtual y la historiografía, cómo germina la relación amorosa entre dos niñas de distintas épocas. Por su parte, Eduardo sugiere, casi sin decirlo, que la protagonista no es heterosexual porque en algún momento esta se ve explícitamente amenazada con llevarle a terapia de conversión.

Este mismo año se publican las novelas: Mar de piedra (2022), de Aura García-Junco y #LordCelestial, de Martín Fragoso. En la primera, su autora desarrolla la relación de su protagonista a partir del recuerdo de su pareja desaparecida en una intriga que más bien vela su sexualidad, en contraste. El autor de la segunda construye su historia a partir del encuentro entre protagonista y antagonista, ambos reconocidas estrellas sextuiteras.

2023

Este año sería particularmente prolífico en cuentos con personajes LGBT+. Se publican: “Anémonas” (2023) de Eduardo Barenas en Espejo Humeante #15, “Con o sin su consentimiento” (2023) de J. R. Espinoza en Breves Artificios, “Canción de un ave metálica” (2023) de Uriel Velazquez Bañuelos en la antología Materiales Ficticios y “Día especial” (2023) de Óscar González en Planeta Misterio. Barenas introduce a su pareja de protagonistas en un encuentro casual en los baños de un bar. Espinoza hace una flash fiction con una sintoide que se identifica como humana. Velázquez nos revela que su protagonista transhumano ha utilizado la tecnología para transicionar de género y González rememora una vieja relación lésbica en la mente de un robot.

Posteriormente aparecen “El estuco” (2023) de Julio María Fernández Meza en el diario ¡ExtraExtra!, “El Santa violeta” (2023) de Karla Arroyo, “Estética Suzi” de Libia Brenda en De qué silencio vienes (2023)  y “Personas que mueren con las manos levantadas hacia el cielo” (2023) de Rafael Tiburcio García en Espejo Humeante #15. En el primero, Fernández hace una figura del coitus interruptus para inspirar al autor en su proceso creativo con una felación de su novio que le impide comenzar cuando quiere escribir. En el segundo, se presenta nuevamente una familia homoparental, en el tercero no hay una relación romántica, sino una amistad incondicional entre la protagonista y su BFF que es transgénero, mientras en el cuarto, se enumeran distintos encuentros bisexuales del protagonista para diseminar una extraña enfermedad lo mismo en hombres que en mujeres.

Este mismo año, se publican también “Quike” (2023) de Jorge Chípuli, en Infancia, “Terapia de grupo para víctimas telepáticas” (2023), de Krsna Sánchez en Cómo jugar al poker contra telépatas y “Supervillanos de oficina” (2023) de Daniel Centeno en Liminales II, mientras que el relato “Cuerpos como granos de arena” (2023) de Héctor Justino Hernández obtiene el tercer lugar en el Premio nacional de cuento de ciencia ficción José María Mendiola. Si bien Jorge sugiere una relación poliamorosa y diversa, Krsna habla de un anhelo de matices apenas distinguibles al bromance. Daniel, por su parte, describe una relación a distancia, otra vez en clave de superhéroes y en cierto modo sadomasquista y solo Héctor lleva a sus personajes –literalmente– a la cama de un hotel.

2024

Más recientemente se han publicado los textos: “En la infinita soledad” (2024) de Héctor Justino Hernández en la antología Mundos Posibles; “Es fácil romper un corazón” (2024) de Daniel Centeno en Los robots contarán nuestras historias, así como también el haiku “Yo trasvestido” (2024) de Jorge Chípuli en su libro Mecanismos–Scifaikus y “Primer síntoma” (2024) de Andrea Calvo Cruz, en la revista Espejo Humeante #15.5. Hernández presenta la posibilidad del reencuentro del protagonista con su compañero desaparecido. Centeno nos sitúa en el escenario contrario, la imposibilidad de resarcir lo perdido, Chípuli traviste su voz poética en un scifaiku y Calvo plantea la transición de género como una respuesta natural del organismo a una enfermedad desconocida.

Reflexiones finales

Con excepción de xxyëröddny, que se constituye como un universo gay, y considerando que Utopía Gay y “Feliz Advenimiento” más bien revierten los roles de género, en el resto del corpus se observa que los personajes del espectro LGBT+ aún se representan como minorías y no como comunidades prioritarias, si bien en sus respectivos contextos ya se han normalizado las familias homoparentales o las relaciones entre personas del mismo sexo, de modo que se consideran dentro del alcance de este ensayo porque se refieren a entornos ficticios donde hay una comprensión más fluida del género y la sexualidad.

No obstante, resalta que en su mayoría se presenten personajes gay o lésbicos, y son más bien escasos los que mencionan otras identidades. “Personas que mueren con las manos levantadas hacia el cielo” es el único donde se reconoce explicítamente un personaje bi (si bien uno de los vértices en la relación poliamorosa de “Quike” es de su mismo sexo); mientras que, de los textos que incluyen personajes trans, solo “Estética Suzi” y “Canción de un ave metálica” presentan personajes transgénero sin trivializar su transición, como puede parecer que se hace en el caso de “Espectáculo en Micelio” y “Mecsican Conversion Therapy”.

Es importante recalcar tambiénque xxyëröddny, donde el gran sueño se enraíza y #LordCelestial (2022) son las únicas novelas de ciencia ficción mexicana explícitas en cuanto a relaciones homoeróticas. Estas obras no solo describen apasionadas escenas entre sus personajes, sino que además establecen en su worldbuilding cómo se modifican las relaciones de poder en contextos no heteronormativos. De igual modo, entre los relatos, solo son explícitas las relaciones homosexuales en “Cuerpos como granos de arena”, “El estuco” y “Personas que mueren con las manos levantadas hacia el cielo”, quizá también en “Canción de un ave metálica”, pero ninguno de los otros hace la mínima insinuación de relación sexual, sino que todos construyen las interacciones entre los personajes de manera casi platónica, donde el mayor atrevimiento es robar un beso o acariciar la mejilla del otro.

Por lo mismo, la definición a la que se refiere Tornero parece insuficiente. La literatura homosexual no es únicamente aquella que trata el tema de manera explícita, no es solo libido, pasión e invertir las narrativas de poder tradicionales, sino que los autores y personajes de estos cuentos nos reclaman –aún implicitamente– que su lucha es por la igualdad. La literatura queer, al menos en la ciencia ficción mexicana, trata sobre derechos humanos fundamentales: la familia, la identidad, la libre expresión y el amor.

Referencias

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Hernández, A. (2024). Adopción homoparental en México: Estas son las entidades que la permiten. RadioFórmula.mx. https://www.radioformula.com.mx/nacional/2024/6/24/adopcion-homoparental-en-mexico-estas-son-las-entidades-que-la-permiten-821682.html

Maguey, H. (2022). Matrimonio igualitario, un derecho en todo el país. Gaceta UNAM. No.5, 337. p. 10. https://www.gaceta.unam.mx/matrimonio-igualitario-un-derecho-en-todo-el-pais

Maya, J. (2021). Proyección artística como espacio de visibilidad I [Video]. 1er Queerloquio: la diversidad sexogenérica como bastión de resistencia. https://www.facebook.com/Queerloquio/videos/1083099865552048

Ruiz, B. (2006). Utopía Gay, de José Rafael Calva, y las contradicciones dentro del discurso narrativo de la diferencia. Revista Canadiense de Estudios Hispánicos. No.30 (2), 291-309. http://www.jstor.org/stable/27764052

Tornero, A. (2001). Literatura Homosexual. Tema y variaciones. No.17 (2). 211-214. http://hdl.handle.net/11191/1613

Tovar, J. (2023). ¿En qué estados ha avanzado la Ley de Identidad Trans en México? Infobae. https://www.infobae.com/mexico/2024/12/21/en-que-estados-ha-avanzado-la-ley-de-identidad-trans-en-mexico/

Corpus

Arroyo, K. (2021). Parasomnia. Especulativas. https://especulativas.com/2021/06/30/karla-arroyo-parasomnia

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Barenas, E. (2023). Anémonas. Espejo Humeante. No.15 (Bestiario). https://espejohumeanterevista.wordpress.com/2023/10/28/anemonas

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Velazquez, U. (2023). Canción de un ave metálica. Materiales Ficticios. Claymore.


[1] La historia solo menciona el caso de la protagonista, Elisa, que junto con su pareja de vida han adoptado a una niña, situación que dadas las circunstancias está normalizada, de modo que “En este mundo distópico Elisa ha encontrado su utopía como mujer lesbiana” (Gavito, 2024: 80).

[2] En México, el matrimonio entre personas del mismo sexo entró en vigor en 2010 en la capital y pasaron más de 12 años para que se aprobara en el resto el país (Maguey, 2022: 10); por otra parte, hasta junio de 2024, la adopción homoparental solo había sido aprobada en 10 de las 32 entidades federativas (Hernández, 2024); mientras que, hasta septiembre de 2024, eran 21 entidades de la República las que han establecido acuerdos a favor de la Ley de Identidad (Tovar, 2024).

[3] Karla Arroyo, es oriunda de Ciudad de México y al momento de publicar el cuento radica en Cuernavaca, Morelos, ambas entidades federativas fueron las primeras en aprobar la adopción homoparental; tema que la autora da por sentado como algo cotidiano en sus relatos, pese a que aún no ha sido aprobado en todo el país.


Fotografía de Andrés Mañon para It’s Nice That

José Luis Ramírez (Puebla, México, 1974). Ingeniero Industrial en Electrónica. Es Ingeniero Industrial en Electrónica y estudió una maestría en Ciencias de la Computación. Ha sido publicado en distintas antologías entre las que destacan: Mundos Posibles, Auroras y Horizontes, El crimen como una de las bellas artes Vol.III, Los Mejores Cuentos Mexicanos Ed.2003 y Visiones Periféricas; así como en varias revistas y fanzines. Obtuvo el Premio Nacional de Cuento Fantástico y de Ciencia Ficción 1998, con el cuento “Hielo”. Sus intereses son la ciencia ficción y la literatura especulativa. Publicó en antologías y revistas impresas como Asimov: ciencia ficción en español y Umbrales. Su página personal es: http://comunidades.com.mx/jluisram, es editor del sitio: https://cifi.mx.            

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