Para Alfonso Reyes, para quién más. A veces, cuando los vientos imponen su ritmo frenético y se disipa la porquería flotante; a veces, cuando los coches y fábricas acuerdan, inconscientemente, el resguardo y la quietud; a veces, solo a veces, los habitantes de las grandes ciudades nos deshacemos de ese indecible sabor a gris para…
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