Rebeca realizaba los saludos al sol a medianoche y el savasana a la hora muerta, mejor conocida como las tres de la mañana. Quizás porque instruía a los espíritus en los milenarios beneficios del yoga. No era locura ni la vida oculta de una sacerdotisa yogui pregonando en la oscuridad. Simplemente, Rebeca era una instructora…
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