Cuando venga el Apocalipsis y las generaciones sobrevivientes escuchen nuestras historias, será difícil hablar sobre computadoras, música en formato MP3, celulares. Incluso las historias sobre internet podrían ser directamente tomadas por oráculos místicos, brujería o simples cuentos de viejos decrépitos, siempre y cuando no quede algún registro en una segunda Lascaux, el códex de algún bloguero que logró imprimir todas sus reseñas antes del apagón tecnológico o restos fosilizados hallados, durante la expropiación del nuevo petróleo, en las minas que en nuestro tiempo fueron un relleno sanitario.

El arte cuenta con un factor intrínseco de registro que no se limita –necesariamente– a la dimensión sentimental por otras personas, acontecimientos o lugares, sino también a lo que nos rodea, lo que nos ha acompañado, siendo materia para la forja de nuestra identidad. Acto que consuma Rodrigo Perea en Postales desde el fin del mundo (2017-2022), ganador del Premio de Poesía Joven UNAM-SECTEI 2022, editado por la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM, en conjunto con la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación de la Ciudad de México (SECTEI).

Desde el arte, diseño y fotografía del libro, elaborados por León Muñoz Santini y Elías Dan Urbina Salgado, Postales… se muestra como esa caja de zapatos bajo la cama o al fondo del clóset que resguarda algunas fotografías sin enfoque, boletos, monedas viejas y otros artilugios que para el ojo común serían basura, pero tienen una altísima carga simbólica. Lo cual se refleja en las primeras secciones, “Poemas para épocas posteriores” y “Mexicanos perdidos en Latinoamérica”, a manera de sueño premonitorio mezclado con la melancolía de recordar los tiempos en que se amó la vida sin necesariamente saberlo.

Hipermnesia

Tecleo el teléfono del infierno

el número que usted marcó está ocupado

Cada palabra

está grabada en mi cerebro con finas gubias

Recuerdo casi todo

aunque el olor de tu shampoo desaparece

cuando intento tocarlo

No puedo salvar al mundo

y por eso escribo

para dejar una huella en el fango

para permanecer en esta tierra (Perea 33)

No es casualidad que el texto atraviese, sin previo aviso, entre el sueño y lo real. Rodrigo lleva en el blog, memoriasonironauticas.wordpress.com, un registro de sus experiencias oníricas, que han ido extendiéndose, y podría ser el germen de otra gran obra, quizá una novela. Veremos qué sucede.

Este mundo quiere controlarme

Este universo hecho de palabras del diccionario

Soñé con otro lugar dentro de las burbujas de mi coca-cola

El principio del principio

Como cuando dices que estamos conectados por un hilo

Pronto desaparecerás

Los sueños no dejan vestigios en ninguna parte (35)

En las partes restantes del poemario, “Crónicas de la inmadurez” y “Plegarias en la montaña de la locura”, Rodrigo entremezcla los tópicos de la caja fuerte de la memoria: el amor, las películas (Doce monos y Karate Kid, en especial), el padre, los viajes. Pero todo ello, al final, queda a merced de quien tenga la contraseña para el significado de estos. Parece que todo sigue siendo un tema de comunicación, donde el silencio es costumbre: así hemos sido, ¿qué le vamos a hacer?, ¿un poema tal vez?

La comunicación se cortó

Esperamos encallados el regreso del wifi

una pulsación disminuye y se aleja

como sonar submarino

La comunicación se cortó en nuestra llamada instantánea

Sumidos en el silencio

acentuado por el eco de ondas casi marinas

sound navigation and ranging

Espero señales de humo humanas

envío mensajes cifrados de extremo a extremo

al espacio exterior

Un correo llega meses después

en esta inevitable isla

Me cuentas que te caíste de tu bicicleta

doble fractura y quizás una operación

ese mismo día en una reta de fútbol

un rival se disloca el tobillo

La costumbre es la vulnerabilidad de los cuerpos

La costumbre es –ahora– el aislamiento

Por la noche mi viejo se queja –en silencio– de dolor en las rodillas

Un test de personalidad me pregunta si creo que todo está conectado (60-61)

En las últimas décadas, la reivindicación de las memorias ha sido un tópico crucial y crítico en todo el mundo, especialmente en Latinoamérica (Chile, Argentina, Colombia, Perú). Se lucha por reconocer los sitios de memoria y los testimonios con medio siglo de distancia. En otro nivel, las memorias familiares y personales han tomado un denso protagonismo a través de la tecnología, especialmente con las redes sociales. Incluso hay perfiles –y correos subsecuentes, supongo– que debieron nacer a días o meses de diferencia de sus contrapartes de carne y hueso, dejando registro de su crecimiento hasta que padres o hijos decidan cerrarlo por su bien o por abrir uno más “privado”. Por decir algo.

Lo que quiero decir con todo esto es que, a partir de Postales desde el fin del mundo (2017-2022), Rodrigo Perea pone en la mesa una mixtura poética de lo ontológico (yo soy), lo onírico (yo sueño) y lo mnemónico (yo recuerdo). Ciclo que, en lugar de cerrarse, solo roza tangencialmente una parte de sí, para volver a tomar distancia y seguir en espiral hacia el mañana, donde quizá al levantarse quede en la boca esa sensación de duda de si todo ello fue real o simplemente un sueño.

Perea, Rodrigo. (2023). Postales desde el fin del mundo (2017-2022). Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM – SECTEI.

Imagen tomada de Libros UNAM

Francisco José Casado Pérez (Ciudad de México, México, 1990) Arquitecto, docente, poeta y editor. Arquitecto con grado de Maestro en Conservación de edificios históricos y por deformación y poeta de media cuchara. Es primer lugar del I Concurso Literario Eiruku Ediciones 2021 en Argentina y su poemario Para mirar los pasos recibió el premio Don’t Read 2021. También publicó la plaquette Flush (2023) en el taller de imprenta Canciones Tristes. Books & Printing. Sus escritos han sido publicados en Poetómanos, Escrúpulos y Áspera Fanzine; así como en los medios digitales Revista Zompantle y Mentekupa.  

poesía mexicana, sueño, apocalipsis, postal

Avatar de paginasalmon
Escrito por:paginasalmon

Deja un comentario