Olga Olivares despertó a las seis y media como cada mañana. Se levantó de la cama sin hacer ruido y caminó al baño. Al abrir la puerta, la deslumbró por un instante la pálida luz reflejada en los blanquísimos azulejos. Se acercó al lavabo y admiró en el espejo lo cuidada que mantenía su piel…
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