A principios del 2018 terminé de leer The God of Small Things de Arundhati Roy. Me quedé con un vacío insaciable en el que se vertían preguntas sobre mi propio contexto a partir de la narración de los duelos silenciados de Rahel, una mujer india de unos 30 años. Me di cuenta de que la situación que presenta la novela no es ajena a la de nuestro país, puesto que vivimos en un contexto en el que las desapariciones y los asesinatos ocurren cotidianamente.
La novela fue publicada en 1997; trata sobre las diferentes muertes que se viven en la familia Ipe y cómo éstas afectan, principalmente, a los protagonistas, los gemelos dicigóticos Rahel y Estha. La trama se construye a partir de que Rahel, tras divorciarse, regresa a su casa de infancia en Kerala, India. Años atrás, su prima Sophie Mol muere en un accidente en el que los gemelos están involucrados. La muerte ocurre tras un castigo impuesto a Rahel y Estha por parte de su madre, lo que desencadena consecuencias funestas para la familia. Las culpas, la rigidez de las jerarquías sociales y los traumas de los personajes perfilan cambios muy importantes en los personajes desde su infancia hasta su adultez. Leer The God of Small Things me hizo confrontar mi realidad, pues yo, como muchas mujeres en México, hemos crecido rodeadas de violencia y de situaciones que nos llevan a reconocer pérdidas que no han sido dolidas, que es uno de los temas centrales de la obra y del ensayo que construyo.
The God of Small Things me presentó con un mundo como éste en el que algunas pérdidas no pueden dolerse, puesto que el entorno social, particularmente en el sistema de castas que muestra, no lo permite. Lo anterior se relaciona con la teoría de Judith Butler en Precarious Life. The Powers of Mourning and Violence, en la que desarrolla que el hecho de que se reconozca la pérdida de alguien en el discurso público nos da la oportunidad de confrontarnos con la existencia de esa persona y sufrirla para, después, reconocernos a nosotros mismos a partir de ella. Ésta es una experiencia necesaria para la comunidad. Sin embargo, como lo confronta Roy con su texto, ¿qué pasa cuando no podemos procesar ciertos duelos?
El duelo es el proceso que llevamos a cabo a partir de una pérdida, ya sea material, como el anillo que nos dejó la abuela; abstracta, como una ruptura amorosa; o humana. Cuando perdemos algo, nuestra identidad se sacude porque algo en nosotros falta. En el intento de recuperar el objeto perdido nos confrontamos una y otra vez con la realidad de que éste ya no existe, lo cual implica un camino de reformulación sobre nosotros mismos. Idealmente, la confrontación con la pérdida lleva eventualmente a una resignación y, por lo tanto, a la construcción y aceptación de una nueva identidad. Este proceso ocurre tanto de forma individual como colectiva, por lo que la pregunta que propone Judith Butler en “Violence, Mourning, Politics” es un buen punto de partida: “What ‘am’ I without you?” (22).
En este ensayo analizo cómo, en el primer capítulo de la novela, “Paradise Pickles & Preserves”, la construcción de la identidad que establece Rahel a partir de las pérdidas que sobrelleva, enfocándome en cómo influye que algunas de éstas no pueden dolerle. Relaciono el capítulo antes mencionado con la confrontación que realiza Butler al preguntarse sobre las repercusiones del duelo como experiencia comunitaria. Propongo que es posible observar este tipo de duelo en The God of Small Things con base en que la muerte de Sophie Mol es la catalizadora de la trama, puesto que el fallecimiento de este personaje infantil femenino desata el resto de las pérdidas que repercuten directamente en Rahel y Estha. Por medio de una voz narrativa omnisciente, observamos que los gemelos se construyen el uno al otro a partir de los procesos de duelo que se ven forzados a sobrellevar. Al principio de la narración los protagonistas se entienden como un todo indivisible; aunque nunca tuvieron que vivir las confusiones “of the usual ‘Who is who?’ and “Which is which?” (4), están conectados por un deseo de amor y una búsqueda de entendimiento que sólo se podría dar entre ellos. La novela de Roy, cuya narración está focalizada en Rahel, conecta elementos fantásticos con la realidad caótica de Ayemenem, pues prevalece un vínculo extranormal entre los hermanos que le permite a Rahel vivir las experiencias de su compañero de gestación.
Aunque no se especifica en este capítulo, la muerte de Sophie Mol ocurre porque Ammu, la madre de Estha y Rahel, los destierra en un ataque de ira argumentando que ya no ama a su hijo. El estrato privilegiado de la familia Ipe se pone en crisis, además, con la noticia de que Ammu, divorciada y con dos hijos, tenía un romance con el intocable Velutha. Lo anterior se desarrolla a lo largo de la novela; como consecuencia, se excluye a estos personajes en el funeral de Sophie Mol: “Though Ammu, Estha and Rahel were allowed to attend the funeral, they were made to stand separately, not with the rest of the family. Nobody would look at them” (7). Tras el destierro los gemelos escapan a la casa al otro lado del río y llevan a su prima con ellos en un intento de incluirla en el mundo infantil que ellos construyen. Sin embargo, en este mundo Sophie Mol no tiene lugar; ella es inglesa, adorada por su blancura y belleza e ignorante de los riesgos de vivir en la costa de India. Ella muere ahogada en el río y a su fallecimiento le suceden el asesinato de Velutha y la culpa de Ammu que, finalmente, también la lleva a la muerte. En este entorno social se permite doler la inocencia de la niña inglesa fallecida, pero no la agonía de Velutha en la cárcel ni la pérdida del amor de Ammu. A Rahel y Estha, segregados del duelo familiar, se les niega la posibilidad de procesar las muertes de su madre y su amante, quien fungía como una figura paternal. El capítulo termina con la premisa bajo la cual se construye la novela, que es un intento de encontrarle sentido a los hechos “for practical purposes in a hopelessly practical world” (34):
It really began in the days when the Love Laws were made. The laws that lay down who should be loved, and how.
And how much. (33)
Butler argumenta que, en el entendido de “lo humano”, hay diferentes formas de vulnerabilidad. Ella observa que en el contexto estadounidense permea un discurso que niega la existencia de “los Otros”: hay un cierto tipo de personas que merecen que les reconozcan la muerte y, por ende, es posible dolerlas; hay otro cierto tipo de personas que no son enunciadas y, por lo tanto, no reconocidas. De acuerdo con lo que Butler argumenta existe un vínculo en las construcciones sociales en las que una persona se entiende a partir de la otra. Para empezar a explicar “¿Qué soy yo sin ti?” establece que
On one level, I think I have lost “you” only to discover that “I” have gone missing as well. At another level, perhaps what I have lost “in” you, that for which I have no ready vocabulary, is a relationality that is composed neither exclusively of myself nor you, but is to be conceived as the tie by which those terms are differentiated and related. (22)
La primera oración remite al desconocimiento de uno mismo cuando perdemos a alguien; la segunda, a la relación entre aquello que se perdió y la persona que lo perdió. Ambas partes son constitutivas de la identidad individual y colectiva. Butler señala los efectos que tiene el duelo en el entendido social una vez que es negada la pérdida: cuando a una comunidad se le limita la posibilidad de doler la pérdida de alguien, no es posible alcanzar una identidad colectiva.
Esta aproximación al duelo es pertinente para The God of Small Things ya que Rahel, Estha y su madre funcionan como otros: ella por ser veshya, prostituta, y ellos por ser sus hijos. La cita de la novela que estipula las “Love Laws” (33) refleja los parámetros de lo que está permitido amar, acción que está íntimamente relacionada con la pérdida. Los gemelos están perdiendo seres queridos y partes de sí mismos. A ellos les está prohibido doler la muerte de Sophie Mol y la de Velutha porque se les adjudica la culpa de lo ocurrido.
La prohibición se concreta, además, en la pérdida de la voz de Estha y en su partida, que Rahel entiende como su Regreso. Tras la muerte de su sobrina, Ammu manda a Estha con su padre, a otra ciudad, en un intento de brindarle una mejor oportunidad de crecimiento; lo único que ocurre, en cambio, es que este gemelo deja de hablar. La voz narrativa dice que “Estha was Returned” (12), oración que refleja el pensamiento infantil de la protagonista, explicando la acción como un retorno al origen (que es su padre) y la ruptura de la unidad que formaba con su hermano. La novela empieza cuando Estha es “re-Returned” (14), es decir, cuando vuelve en su adultez a la casa de Ayemenem, y a partir de eso empieza la búsqueda de sentido de los acontecimientos.
En este primer capítulo se establece que Rahel pierde a su hermano, que es la figura principal a partir de la cual se construye. Desde que Estha es enviado a Calcuta la convivencia entre los gemelos se fractura. Lo que Rahel pierde cuando los separan es una parte de sí misma que existía gracias al crecimiento con su hermano, pues ellos entendían el mundo desde una perspectiva compartida. Cuando Estha, a su vez, pierde la parte de sí mismo que le permite vocalizar el lenguaje, ésta resulta en una imposibilidad de entendimiento entre ellos, pues una vez que “the quietness arrived, it stayed and spread in Estha” (13) y que los distancian, el vínculo mental que tenían se imposibilita. La protagonista se construye en esta pérdida porque deja de experimentar, en la forma fantástica que había mencionado antes, las experiencias de su hermano. Rahel queda desamparada, viviendo en un mundo infantil en el que no puede procesar su situación. Ammu se abandona a sí misma y abandona también a su hija; quienes la cuidan son su abuela y su “baby grandaunt”, Navomi Ipe, quienes no le enseñan qué significa ser mujer en su contexto.
La incapacidad de doler sus pérdidas lleva a Rahel a ser una mujer que vive sin los límites de su condición como mujer india; por ello no termina nunca de entender su papel en la sociedad y no pierde su cualidad de alienada, de “otra”. Al crecer, ningún hombre de su comunidad está interesado en llevarle ofrecimientos a su familia para proponerle matrimonio. En las escuelas de la infancia la expulsaban porque “she didn’t know how to be a girl” (18) por su curiosidad ante lo femenino, como su inquietud por el dolor de senos durante el crecimiento. La protagonista en su adultez temprana estudia en Estados Unidos y allá se casa. Sin embargo, las personas que la rodeaban parecían asustarse por su “waywardness and almost fierce lack of ambition” (19), aunque admiraban su cuerpo esbelto y su cabello negro, largo y abundante. El hombre con el que se casa descubre que
in Rahel’s eyes was not dispair at all, but a sort of enforced optimism. And a hollow where Estha’s words had been. He couldn’t be expected to understand that. That the emptiness in one twin was only a version of the quietness in the other. That the two things fitted together. (20-1)
La cita anterior muestra cómo Rahel se construye a partir del duelo de la pérdida de su hermano, que finalmente nunca es procesado ni externado más que desde la voz narrativa. Ella continúa sin un objetivo fijo en la vida, incluso después de divorciarse y hasta que regresa a Ayemenem.
La focalización en Rahel permite que los lectores conozcan sus sentimientos y pensamientos, todos permeados por esta falta de comprensión que viene de la ausencia de su hermano-complemento. Esto se asocia con lo propuesto por Butler, puesto que el duelo es un proceso que también se encuentra en lo discursivo. En tanto que es discursivo es político, como es observable en las “Love Laws” a las que los protagonistas están sujetos. Como mencioné en el primer párrafo, en “Paradise Pickles & Preserves” se sugieren todos los secretos que envuelven a la familia; los secretos son los procesos de muerte que los rodean y que no están dispuestos a enunciar. Hacia el final del capítulo se privilegia el duelo como una experiencia personal que, sin embargo, al rechazarlos, es negada para Rahel y Estha por su comunidad. La novela se articula entonces por medio de los duelos no terminados que viven los protagonistas en términos de lo que Butler describe como “the conditions under which a grievable life is established and maintained, and through what logic of exclusion, what practice of effacement and denominalization” (38). La cita anterior reitera que el discurso social y público es el que permite que una muerte sea reconocida; el reconocimiento de ésta reitera, por ende, que la persona existió. Aunque Estha no muere, la conexión entre los gemelos sí desaparece. La construcción de Rahel, en este sentido, se articula con base en la pregunta “¿qué soy yo sin ti?”, pues como estipula la voz narrativa:
she now thinks of Estha and Rahel as Them, because separately, the two of them are no longer what They were or ever thought They’d be.
Ever. (5)
Butler culmina su argumento favoreciendo una teoría del duelo comunitario que no tiene alcance en The God of Small Things. Sin embargo, la novela permite observar las dinámicas sociales bajo las que se rige el proceso de vulnerabilidad y duelo que la autora estadounidense propone. Las consecuencias de que Rahel no viva su pérdida radican en imposibilidad de encajar en la realidad en la que vive. La fractura en la convivencia de los gemelos hace cada vez más evidente que uno construye al otro no como complemento, sino como la ausencia de éste. En este primer capítulo se observa, entonces, que Rahel es reflejo de Estha así como es Estha el reflejo de Rahel, por lo que la construcción de la protagonista es posible en términos de la pérdida de la relación con su hermano.
Esta serie de duelos silenciados me hizo plantearme ciertas preguntas sobre mi propio contexto. Las desapariciones y los asesinatos ocurren cotidianamente en México y aunque mi experiencia no es la de Rahel, ni puedo entender las complejidades de la situación que ilustra Roy, crecí rodeada de violencia y de situaciones que me llevan a reconocer duelos que no han sido dolidos. Hay víctimas de la violencia mexicana que no podemos llorar. ¿Quién nos oculta esas pérdidas? ¿Cómo nos seguimos construyendo a partir de ellas? Si bien no tengo respuestas, al menos tengo la consciencia de que mis comunidades duelen y yo soy partícipe de eso. Si hay algo que me ilumina de la realidad de Rahel, aunque ésta sea narrativa, así como de las percepciones que externa Butler a partir del contexto estadounidense, es que la vulnerabilidad está presente, merece reconocerse y tiene que ser dolida.
«Karl-Johann Strasse II«, pintura de Antonio Saura