¿Harto de no tener a quién culpar por sus malas decisiones? ¡No se preocupe! Hoy le vengo ofreciendo una revolucionaria hipótesis que, de ser cierta, significaría que no es, no ha sido, ni será responsable por nada de lo que haga, jamás.
Si eres como yo, la “Hipótesis de la Simulación” podría parecerte tan ridícula en un inicio como el primer párrafo de este artículo, pero, después de una evaluación más profunda acerca de la estructura lógica y las suposiciones que se le tienen que conceder para darle validez, parece ser que Nick Bostrom reirá al último. Su postura, sin dejar de hacerle mucha justicia, se puede resumir de esta manera: Una sociedad humana, que logre sobrevivir a todas las posibles catástrofes que le supongan la extinción, llegará a un punto donde su poder computacional le permita hacer simulaciones que sean lo suficientemente fieles a la realidad como para ser indistinguibles una de la otra. Llegado ese momento, el número de universos simulados será mayor al número de universos reales y, por definición, la probabilidad de que estemos viviendo en uno de los universos simulados será mayor a la de que vivamos en uno no simulado.
(Aquí les dejo la tesis completa por si gustan ignorar mi resumen.)
Esta es sólo una de las posibilidades que se abordan en el trabajo completo de “El argumento de la simulación”, que señala tres posibles escenarios:
a) La humanidad probablemente no llegará a un estado de civilización post-humana (entiéndase “post-humano” como la siguiente etapa evolutiva).
b) Es muy probable que ninguna civilización post-humana realice un número significativo de simulaciones de sus antepasados evolutivos.
c) Es muy probable que estemos viviendo en una simulación.
Es evidente que en la hipótesis de la simulación, el caso c) supone que a) y b) son falsos. Pero si concedemos que éste resulta ser el caso, se podría extrapolar que cualquier simulación lo suficientemente real sería habitada por humanos que puedan realizar sus propias simulaciones. De tal forma que se tendrían varios niveles de simulación y cada uno estaría habitado por seres indistinguibles de nosotros, entonces es razonable pensar que nosotros también estemos viviendo en una de esas simulaciones.
En otras palabras, si consideramos lo mucho que han mejorado los videojuegos en estos años y, en particular, si pensamos que el juego de Sims 4 se ve y se siente mucho más real que el Sims 1, cuando llegue el Sims 1000 seguro podríamos poner a los Sims a jugar Sims. Además, si llegamos a imitar la conciencia con suficiente precisión, y si cada uno de esos humanitos ignora por completo que está siendo simulado, todos irían por la vida haciendo lo que el humanito en el nivel anterior lo ponga a hacer, pensando que lo hace por su propia voluntad.
Por supuesto que el anterior es un símil que, aunque válido, el profesor Bostrom nunca se propuso. Él realizó su primera publicación de este argumento como una forma de cambiar la perspectiva con la que pensamos sobre cuestiones muy complejas y, aunque todo el concepto parezca ser sólo una forma de evitar el problema de cómo responder a las preguntas de nuestro universo, se puede apreciar un rigor lógico que aborda el problema desde una postura filosófica y probabilística muy bien fundamentada, misma que no ha tenido la necesidad de pasar por muchas correcciones desde la primera versión, publicada en 2003 (El rigor matemático de la formulación puede ser encontrado en las páginas 6 y 7 del enlace anterior). Sin embargo, vale la pena aclarar que la tesis completa trata de cómo justificar que, de entre los tres casos mencionados anteriormente, sólo uno puede ser cierto; y que, en palabras del profesor Bostrom, a la hipótesis de que el tercer escenario sea cierta se le puede determinar una probabilidad menor al 50%.
Ignoremos por un momento la probabilidad y consideremos la simple posibilidad. Podemos pensar en la información como algo tangible que puede ser el estado más fundamental de todo lo que conforma el universo, sin mencionar que vivimos en una época donde muchísimas de las preguntas más relevantes para nosotros siguen sin respuesta. ¿Acaso no sería interesante buscar una explicación a los misterios del universo en términos del código en el que está programada esta simulación?, ¿no sería fascinante pensar en los agujeros de gusano como un glitch del código y no como singularidades del universo?, ¿qué diferencia habría entre pensar en un Dios creador o en un genio programador?, ¿acaso no es eso exactamente lo que ya estamos haciendo?
Galileo alguna vez dijo: “Las matemáticas son el lenguaje en el que Dios ha escrito el Universo”. (Sí, para los que no lo sepan, se necesita manejar un leguaje matemático para programar)
Nótese también cómo esta hipótesis resulta ser el sueño húmedo de todo determinista, pues no hay nada que encaje mejor en la definición que estar a merced de cualquiera que esté simulando nuestra realidad desde su propio ordenador. Pero, pensar en la conciencia o el libre albedrío como algo que nos asignaron, ¿verdaderamente lo hace menos relevante? Tal vez la pregunta anterior sea la razón más importante por la que tanta gente se ha interesado en el argumento. Desde el 2003, cada par de años, el argumento de la simulación reaparece en lugares como el departamento de física de la Universidad de Oxford, y no es sorpresa que grandes intelectuales se hayan tomado en serio esta idea, o que piensen que hablar al respecto puede tener implicaciones relevantes en nuestra sociedad, incluso si se llega a la conclusión de que ignorarlo por completo es la mejor opción posible, como ha llegado a decir Daniel Dennett.
Pero no nos lo tomemos tan en serio, algunos científicos de la computación han intentado coordinar esfuerzos con neurocientíficos para investigar precisamente cuál tendría que ser la capacidad computacional de un ordenador para simular los procesos neuronales con la precisión necesaria para que no podamos distinguirlos (claro que con propósitos bastante más prácticos): se ha llegado a resultados que muestran cómo no estamos particularmente lejos de conseguirla. Cosa que no es difícil de ver en los siguientes videos:
Teniendo en mente que representar la realidad es algo que hemos hecho desde hace muchísimo tiempo, no es ninguna sorpresa que ahora lo hagamos bastante mejor. Si llegamos a un punto en el que alguien concluya, sin dejar lugar a dudas, que actualmente vivimos en una realidad tan virtual como nuestras propias simulaciones, no tendría que haber mucha diferencia entre lo que haríamos y lo que ya hacemos. Después de todo, no es como si no hubiera muchísima gente que piensa que estamos viviendo en un universo creado por alguien que dispuso que todas las cosas fueran como son. O en palabras del filósofo británico David Pearce: “En más de 2000 años, el argumento de la simulación es el único argumento interesante que se ha presentado en defensa de un ser creador”.
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