A PROPÓSITO DE AGADIR
La incertidumbre.
El mar está en la cama
y la arena (de nuestro amor) se ruboriza.
Mi mujer está tomando un baño,
en la tina sus muslos resplandecen.
El ventilador gira sus aspas.
Observo el mar de pronto,
la arena de mi cuerpo palidece,
la copa del coctel se tambalea,
los muebles de madera se mutilan.
Todo se cae, incluso mi presión.
Mi mujer da un grito.
Corro hacia la habitación donde ella está.
El techo del piso treinta y dos sobre su cuello,
el agua del retrete, la tormenta.
Sangre en la alfombra con mi semen
después de nuestro amor.
Agadir resplandece destrozado.
Que alguien llame a mi embajada.
ÁNGEL DE LA GUARDIA
Este ángel que ves está a mi cargo.
Sube y se enreda a mi garganta
y tensa mi brazo hasta sangrar mis dedos:
intenta escribir mis oraciones.
Este ángel que admiras,
y al que custodio de lejos,
duerme mientras oigo a la mujer del oeste,
y ama cuando duermo sin ropa.
CAROLYN FORCHÉ
Recuerdo a Carolyn Forché
leyendo para toda la audiencia.
Su voz, su temple, su carisma
me conmovieron.
Algo en su voz motivó
mis lágrimas, pero no el llanto.
Su reciente traducción al español es deleznable.
OJOS
Todos los ojos que nos miran nos encuentran,
los ojos ciegos se abren y retoñan en la luz,
sus lágrimas inundan las bañeras
y cruzan otros ríos hasta formar caminos
que hemos de remar en las noches sin nadie.
Los ojos que nos miran nos encuentran las manos
acariciando la piel sobre otra piel unida,
y celebrando un puente entre el palpar y el ver
las desnudeces secretas de los mares solos
nadan en la plenitud de las bahías del sexo.
Mis ojos te encontraron y te miran ahora.
SĂ NE COBORÎM ÎN RÎPA
Să ne coborîm în rîpa
care-i Dumnezeu cînd cască
să ne oglindim în lacul
cu mătăsuri verzi de broască
Tristan Tzara
Mi mujer se acostó antes que yo,
faltan siete horas para lograr la mañana,
el gato de mi mujer duerme en la orilla,
mi perro me acompaña en la vereda.
Este que soy yo esperará la luz.
Vuelvo a la casa, me desnudo,
me acuesto junto a mi mujer,
sin pensarlo la acaricio, le hago el amor:
ella me somete con el gato de sus ojos,
y el perro de mi espalda la protege.
Faltan cinco horas la lograr la mañana.
La garganta de Dios guarda la luz que viene.
MIGUEL EN LA PARROQUIA DE SAN BERNARDINO DE SIENA
Nos tormentos do mundo fui multiplicado.
Lêdo Ivo
Este soy yo, sentado
en una banca del templo,
cabizbajo. Pienso, me imagino
a Dios sentado en una esfera
con los pies colgando.
También a san Miguel
observo. En esa esquina
de la cúpula, se asoma.
San Miguel sonríe,
blande su lanza,
y me mira desde arriba.
En las esquinas restantes
están san Gabriel y Rafael
y el Ángel custodio,
aquel que debería ser arcángel
y enmarcarse con un nombre
individual a su importancia.
San Miguel es tan guapo y varonil,
he escuchado algunas veces
en boca de mi hermana y mis amigas.
Lo imagino salirse del muro de argamasa
y bajar hasta al altar
para luchar el viento
que estropea sus alas
cuando cosecha la lluvia.
Multiplicado en las nubes,
observo las alas de los ángeles
con san Miguel al frente,
y los caballos de los santos,
y los caballos de las vírgenes
llenando el atardecer,
vencedores del viento.
Yo los oigo galopar
los altos cielos de la tarde.
Llueve sobre mí, empapado.
CERRADURA
La puerta no tiene cerradura
y sin embargo toco
como si alguien adentro me estuviera esperando.
Imagen tomada de El Atelier de Nounou