I
He visto a mi madre cortar fruta
desde que soy niña.
Desprecia las semillas:
tíralas, me dice.
‘No las comas’,’ son molestas’.
Compramos uvas sin semillas,
sandías sin semillas….
Hoy supe que algunas semillas
ya no pueden dar frutos.
‘si las siembras no crecen’
……………………..¿Es triste que no puedan dar más vida?
Pienso en las semillas que están muertas
pero que son semillas al fin.
Pienso en las mujeres que tienen
óvulos infértiles:
son mujeres al fin.
¿Por qué debo dar vida si este suelo
está ya seco?
¿Por qué querría estar vivo
si pesa caminar y ver la muerte?
¿Por qué debe ser triste
una mujer, una semilla, un suelo infértil?
Tal vez sólo hace falta mirar bien
en dónde estamos.
Entender que las semillas, los óvulos, la tierra
son la posibilidad.
No la promesa, no la vida.
II
La semilla no ha brotado, pero la siento:
a veces pesa, a veces duele, a veces cansa.
Hay semillas que ya no dan frutos, ¿sabes?
Te comes la fruta y ahí termina,
se va a la basura, no vuelve a la tierra.
No somos desechables, me digo,
aunque nuestras semillas no den frutos.
No somos reemplazables,
ni siquiera si sólo crece rencor dentro:
no somos algo estéril, no estamos vacíos.
Imagen tomada de Germinados Verdes