Fotografía de Gerardo Alquicira
Violeta no puede creerlo.
Se ha enamorado
y sabe, a la perfección,
que ya nada se puede hacer
para hacerla cambiar de parecer.
La ama tal y como es:
Sus caderas son anchas
y perfectamente curvas;
le encanta la manera en la que todas
sus ondas se contonean con ritmo.
Ella ama todos sus valles y colinas
y la frecuencia con la cual
su ardiente figura se repite puntual
en periodos idénticos.
Violeta, en cambio, es flaca y escueta,
parece un acordeón intacto
aun cuando se estira para alcanzar
las repisas más altas del supermercado.
Violeta es fría,
es secundaria,
es flor;
es mujer,
…………poder;
es uva, es berenjena, es mora.
Violeta es amatista,
es la cara que se asfixia,
un hematoma,
…………una golpiza.
Es un despejado amanecer.
Y es el halo del rayo que quiebra.
Violeta la ama.
Ama la separación de sus cúspides
y la de sus vaginas.
Ama la calidez de su rostro,
la fogosidad de su mirada,
la trayectoria de su danza.
Violeta la ama.
Violeta la ama.
La ama sólo a ella.
Porque ella es un clavel.
Ella es ALTO,
es alerta,
un cometa,
es primaria.
Ella es papagayo, la cochinilla, un cangrejo;
un rubí.
Es Matisse
…………(un taller).
Es lo primero que miras
cuando aprietas con fuerza los párpados.
Es un atardecer de verano
y todos los caminos de otoño.
Violeta la ama
y no sabe qué hacer.
Se acaba el tiempo.
Se va la luz.
En la oscuridad
Violeta todavía la recuerda
mientras,
…………lentamente,
……………………desaparece
……………………cada una
……………………de sus partículas viajeras.