Fotografía de Gerardo Alquicira

I.

Detrás,
afuera de las plásticas celdas
de luz excesiva
del supermercado,
por los hoyos letrinos
donde camiones hoscos vomitan
más y más cajas pesadas,
junto al tiradero
de hedores rancios,
tres gatos duermen,
sus patas sarnosas
entrelazadas,
sus panzas calvas
desparramadas
sobre una placa de cartón
que les costó dos dientes
y una córnea.
Negro. Gris. Café.
Colorean el piso blanco
de la anémica ciudad quebrada
que por las noches
reniega sus cantos.

II.

En la Fuente de Colón,
entre el hombro derecho
del capitán y su cuello,
una paloma gris construye,
rama a rama,
a fuerza de plumas
y saliva,
el nido para sus polluelos.
La cabeza
del capitán servirá
de sombra.
Sus manos, decide
la limpia paloma,
de depósitos:
la derecha, que está cerca,
para los gusanos
que masticará
y que nutrirán a sus polluelos,
la izquierda
de letrina,
en donde a diario pausa
a descargar el peso
(Viscoso. Blanco. Agrio.)
de saberse
futura madre
paloma.

III.

Una mujer abraza
a un niño asustado
por una abeja torpe.
Toma su brazo y lo extiende.
El niño solloza.
Ella lo abraza más fuerte.
Recuerda el abrazo de su padre,
años atrás en Santa Cruz.
Antes de las sequías.
Antes de las excavadoras.
La abeja se posa creyendo polen
la seca piel gris
y marrón del niño.
Él abre los ojos.
El tiempo
y el abrazo
sofocan de su pecho las balas
del miedo.
Traen
la música nerviosa
de la risa.
La abeja se va.
Retoma su vuelo imposible
en busca de otras flores.

Escrito por:paginasalmon