Una espada… Le vi empuñar una espada gris, gris como esos ojos, esos ojos… Abrí un poco los ojos, un poco al inicio, pero sólo vi un círculo de plata, como la fuente de piedra en la que gota a gota cae la lluvia que se filtra, deslizándose por una estalactita… y ese círculo me envolvía a mí, pero yo no era esa, aprisionada en esos afilados bordes grises, grises como esos ojos, esos ojos…

Dormía, soñaba cuando oí el metal cortar el aire, un filo rasgando mi sueño, despertando… Abrí los ojos, pero no había nadie, sólo un montón de piedras derrumbadas, y cadáveres de búhos, cuerpos de lechuzas sin ojos, esos ojos… Mis hermanas, ¿dónde estarán ahora? ¿Dormirían también? ¿Qué sueños soñarían? En mi sueño no podía ver, no con mis ojos, estos ojos de piedra, pero veía algo, un caballo desbocado y un hombre inmenso con una espada, ambos cubiertos de sangre, y llorando, su llanto una tormenta al fondo de un mar, donde nadie la oye pero ahí está, llorando… También podía ir, aun sin orejas, sólo orificios… un galope distante, como un trueno doble y hondo, que se oye lejos, lejos en lo profundo de una nube, y destroza el aire, el aire que rebanó la espada… No la espada de oro inútil, bañada en sangre, como el hombre, como el caballo, los truenos, las olas…

Un templo. Un templo sobre un peñasco, sobre el mar, el mar que truena, los truenos de espuma, las olas que galopan, que se estrellan y se forman de nuevo… Soñé con un templo, cuando era sacerdotisa y cuidaba del templo, y rezaba, haciendo libaciones en una fuente de mármol, blanca como un hueso, con venas grises, como de una estatua los ojos, esos ojos… Entonces yo no tenía estos ojos, estos ojos de piedra gris, porosos y duros, entonces yo no tenía esta forma que no envejece pero muere, entonces yo también envejecía y no me preocupaba por íconos y estatuas, por el arte del escultor de mármol, quebrando rocas para hacerlas frígidas, exactas, musculosas, semejantes a la carne pero inmutables, semejantes a la carne pero más frágiles, entonces yo no sabía el arte del escultor, no tenía esta galería húmeda, de entrañas peñascosas, de íconos llena de esferas amarillas y negras secas de sangre, reflejando la luz que filtran la entrada o las grietas, esta galería cubierta de plumas cafés, blancas, grises como la plata del escudo de esos ojos, estos ojos…

Estatuas también, en el templo había estatuas también, de una mujer con casco de batalla, con una lanza en la siniestra y una siniestra victoria en su mano derecha, y a sus pies recargado un escudo, un escudo oblongo sostenido por su siniestra, de oro su cuerpo y la lanza y el casco y la victoria eran, con la luz resplandeciendo que se filtra por las grietas, como los ojos regados de los búhos por el piso, aplastados algunos, y su jugo ensangrentado brilla como oro, como el gran escudo de la estatua de oro, pero ahora el escudo lo veo gris, gris como el agua de la fuente, gris como esos ojos que veo ahora en este escudo, este escudo de esos ojos, estos ojos, y el templo…

Euríale, Esteno, ¿dónde estarán ahora? ¿Soñarán también? Con el amplio mar salado. En el templo yo rezaba, rezaba cuando el mar llegó, de repente llegó y me azotó con sus olas, me ahogó en su espuma, ahogó mi cuerpo con su espuma salada y espesa, y el templo se llenó de agua y sangre y espuma rojiza, yo me llené de agua y sangre y espuma, me llenó de sangre, y se fue, como una tormenta se fue, el oleaje me seguía empujando hasta secarse limpiando la sangre hasta saciarse, no dejó nada, nada dejó de la sangre y la espuma, sólo a mí en el suelo y la estatua mirándome desde arriba sin moverse con una victoria en su diestra y el escudo en la siniestra y yo en el suelo, observando torvamente desde abajo hacia arriba a ese escudo, ese escudo torvo que me aprisiona, la espada blancuzca brillando por el escudo de plata, penetra la escama la espada penetra haciendo sangrar y veo hacia arriba a las estatuas, todas las estatuas de héroes armados sin brazos acéfalas sin ojos con ojos grises grises como estos ojos ese escudo ese ojo…

Escucho como caigo, el golpe del aire contra mi cabeza, el siseo del aire y mi cabeza, el siseo lo escucho el siseo, sin orejas, lo veo no con estos ojos, lo escucho lo veo a través de lo oscuro, mediante ese denso oscuro, ese líquido vacío, líquida sangre, mar, espuma, líquida piedra, líquida plata, escudo de plata, ese ojo de plata líquida que aprisiona, en el templo aprisionada sin salida rodeada de mar, por dentro mar ensangrentado, las olas se deslizan en el suelo saliendo hacia el mar, siendo uno el mar la espuma las olas, siento olas moverse en mi interior, olas desbocando, vientos que relinchan y desean escapar al mar del cielo, salen, salen con la sangre, hilos de sangre, serpientes de sangre se deslizan, sisea la sangre que se desliza, dentro del templo la cueva, la fuente donde la sangre cae y reverbera pero no se derrama nunca se derrama de la fuente cae la gota pero jamás caen las gotas jamás se desbordan como el mar que ahogó el templo mi cuerpo Euríale Esteno dónde están ahora sueñan también con el amplio mar salado lleno de espuma de fuerte marea marea empujando mi cuerpo en el piso del templo en el piso de la cueva de mi galería la cueva las grietas filtrando la luz oyendo como filtran la luz oyendo la marea la sal en el aire el aire que golpeo que golpea que impide caer empujando y lo veo todo me veo caer y la gota de agua cayendo de arriba hacia abajo a la fuente donde yo me veía la fuente de agua cristal donde yo me veía de agua de plata donde yo y la gota caía en el centro y se esparcía sin caer de la fuente siempre llena nunca llenándose desbordándose sin aprisionarme el torvo escudo…

Un espejo. No un espejo, un escudo, un escudespejo, un espescudo ¿a quién defiende? ¿de quién se defenderá? ¿de los que en él posen su mirada? No quería ¿o quizá sí? no quería posar mi mirada, fue un instante, sólo uno, menos que uno, ¿en verdad me vi? Sí, sí me vi, un largo tiempo de un instante me vi, toda de oro, brillando dorada, pero más blanca que una estatua, mis rizos se movían con la breve brisa, moví mi mano y toqué mi rostro mis brazos mi pecho toqué mi rostro y me vi viva me quise un momento un instante de vista me quise así viva pero no quería o quizá sí quería sí quise o quizá sí quise sí verme así y quererme y la brisa movía mis rizos negros y dorados por el oro del escudo ese escudo no este escudo que se acerca alejándose que veo desde abajo alejándose pero lo siento lo veo cerca cerca de estos ojos estos ojos de piedra inerte no como la brisa mi cuerpo el mar las olas que galopan y nunca son las mismas no se puede petrificar el mar lo veo por tanto tiempo pero siempre sisea y se mueve y jamás es el mismo aunque sus aguas sean las mismas pero por qué habría venido ese día el día que las olas me ahogaron y me atraganté con su espuma y mi sangre por qué habrá cómo habrá entrado al templo donde hacía libaciones y rezaba recé también en ese momento y tal vez vi cómo la estatua de la diosa se movía en el reflejo del agua y cubría sus ojos torvos esos ojos con su escudo pero yo me reflejaba en él y me movía dorada y las olas eran doradas y la espuma y la sangre de oro y no me veía bella no me quería así viva moviéndome llena de espuma y sangre ahogándome en sangre no me quise ahí aquí no me quiero y ahí y aquí me veo en el ojo de plata el ojo de oro los ojos de piedra pulida me veo y vino la diosa colérica exclamando maldiciones expulsándome de su templo enfurecida por la mancha de sangre espumosa que libaba al cielo y yo le dije traté de decirle callé que no había sido yo que fue el mar y las olas pero quién me creería cuando el mar nunca es el mismo no es como una piedra o el oro o una estatua que destrozando sus brazos o rostro permanece inmutable y me maldijo con brazos de bronce y alas doradas y colmillos de bestia y testa siseante y el caballo de la fuente y el oro de la espada y estos ojos estos ojos de templo ojos de mármol libantes piedras de espejo ojos escultores estos ojos pero había algo en sus ojos de diosa esos ojos blancuzcos como el hueso el mármol del templo de la fuente de la estalactita de donde cae el agua a la fuente que se movían como el agua turbios nunca fijos como estatuas de agua pero no dijo nada le rogaba y no dijo nada y acaso fue por verme le pregunto pero no responde la estatua de la diosa que se cubre sus ojos con su escudo de oro y me refleja este escudo de plata no dijo nada me oigo me veo cayendo el escudo el ojo cuánto tiempo más cuánto tiempo ha pasado la gota ya ha caído de la punta de la roca al centro del agua pero el suelo permanece tan lejano tan lejano pero este escudojo de plata líquido duro lo veo tan cercano ahora y el ojescudo de oro tan próximo como el suelo ahora frío liso par de ojos metálicos al mismo tiempo los veo dentro de ellos aprisionada ahogada destrozada incompleta dos veces la gota ha caído las ondas reverberan la fuente el ojo plata líquida al mismo una sobre otra sobre otra sobre otra las alas destazadas de los búhos sus ojos regados aplastados por montones los trozos de estatua unos sobre otros en montones sin forma inmovibles casi mar casi piedra buscando el contorno perfecto una carne ideal que mármol ya fuera la forma del mar absoluta de la diosa del templo pregunto calla pregunto calla nunca llegará esa respuesta nunca llegará esa estatua no llegará se quedará en el templo esa falsa estatua y la verdadera no estará en mi galería jamás siempre cubriéndose esos ojos de cadáver cobardes no los desgarraré jamás sería la estatua perfecta mi pieza maestra hacer sólida hacer inmutable esa sombra esa niebla como el mar ese pútrido mar blanco como cadáver como estatua mármol venas grises esos ojos estos ojos la tierra he caído cuánto más cuánto más tan lejano el escudo la espada mi cuerpo no así no tieso de piedra escamosa sus garras carnosas en mi testa el despojo de un héroe u hombre humano que nunca veré la brisa movía mis rizos la breve brisa frente al espejo ese ojo está en mi ojo estos ojos en ese ojo ojo ojo no estoy ahí estoy dentro de estos ojos de la piedra la plata estos ojos ojos ojos encerrada por siempre encer

Imagen N°15 de la serie «Espejismos y añoranzas» de Gladys Villegas Morales.

Escrito por:paginasalmon

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