Tokio Blues: en los aviones
la nostalgia se acelera
como si la vida fuera
un manojo de canciones.
Se enfrían las estaciones
y Kizuki se suicida.
No vale nada la vida
tras el llanto de Naoko.
Tristes recuerdos evoco
y el pasado me intimida.
.
¿Qué es el suicidio? ¿Qué es
la vida sin esperanza?
Naoko apenas alcanza
a comprender los porqués.
¿Es la vida otro revés
o la muerte una victoria?
La existencia es una noria
que vuelve al mismo lugar
Kizuki juega al billar
en un rincón de memoria.
.
Y Norwegian Wood resuena
una vez más en mi mente.
Reiko toca diligente
la guitarra. Desordena
con su música la escena:
Tokio es un inmenso piano;
Naoko toma mi mano
en una calle de Tokio
y frena mi soliloquio
en algún paisaje urbano.
.
Vuela Naoko desnuda
por mis sueños y se obceca
mi imaginación, y peca
mi mano izquierda y huesuda.
Dudo otra vez, y la duda
entraña otras realidades:
sanatorio, enfermedades.
Ya Naoko no es la misma:
llora; en su dolor se abisma
sola entre cien soledades.
.
Nagasawa me acompaña
y yo lo acompaño a él.
Alcohol, mujeres, hotel
conforman la telaraña.
Thomas Mann y La montaña
mágica desaparecen.
Mis sentidos obedecen
al Gran Gatsby de la noche.
Mujeres, alcohol, derroche
de piernas que se estremecen.
.
Midori me ve de lejos
en la clase de teatro.
Me espía las veinticuatro
horas desde los espejos.
Me aborda sin más complejos,
me invita a su librería.
Su boca besa la mía
una tarde en la terraza
mientras un incendio traza
líneas de otra fantasía.
.
Reiko afina su guitarra
con sus dedos refinados.
La nieve cubre los prados
y el corazón se desgarra.
La gélida tarde narra
historias de amor y muerte.
Naoko escucha. Se advierte
la tristeza en su mirada.
Bach, los Beatles y la nada
determinarán su suerte.
.
Tokio Blues: sesenta y nueve.
Lennon y McCartney están
elucubrando otro plan
y en un aeropuerto llueve.
Es muy distinto el relieve,
pero es el mismo demiurgo.
Cuando en mis entrañas hurgo
casi veinte años después,
una canción en inglés
fluye en el cielo de Hamburgo.
Imagen tomada de Fashion Grunge