La violencia ha sido considerada un tema prohibido en los libros infantiles y un tópico evitado por los padres (Vargas), sin embargo, la censura no impide que los niños no tengan contacto con hechos violentos. Dentro del marco de la literatura infantil, hablamos de textos dirigidos a los lectores más jóvenes, con historias que se consideran apropiadas para el rango de edad al que estas obras están destinadas. A lo largo de los años, temas como la muerte, el divorcio, la pobreza o cualquier forma de violencia, considerados controvertidos, se están haciendo presentes con mayor regularidad, acompañados usualmente de ingeniosas ilustraciones, símbolos y diversas estrategias narrativas que facilitan la comprensión de estas temáticas. Tal es el caso de Camino a casa, escrito por Jairo Buitrago, libro ganador del XI Concurso de Álbum Ilustrado A la Orilla del Viento, del Fondo de Cultura Económica, en el que se abordan sucesos violentos y trágicos de Colombia, país de origen del autor. Las ilustraciones, por Rafael Yockteng, aluden a episodios trágicos que probablemente sirvieron como fuente de inspiración para la creación de la historia y para la densidad semiótica que tienen los detalles en las imágenes de la obra.
Las narraciones literarias contribuyen a la formación del panorama que tienen los niños y jóvenes sobre el mundo que los rodea, uno donde la violencia tiene un papel protagónico. Dentro de las manifestaciones de la violencia se pueden distinguir aquellas del tipo directo, las que se ejercen físicamente, y las de tipo estructural, donde se ubica la pobreza y represión política (Castaño-Lora & Valencia-Vivas, 115). En Camino a casa, las ilustraciones y la voz narrativa guía permiten ubicar la historia en un contexto de vulnerabilidad, donde la falta de bienes y los problemas socioeconómicos llevan a la protagonista (una niña cuyo nombre no se especifica en el libro) a cumplir el papel de adulta mientras su madre está ausente trabajando en las fábricas. En su recorrido diario, de la escuela a la guardería de su hermano, a la tienda y finalmente a casa, la niña es acompañada de un león que siembra el pánico en las calles pero que funge como figura protectora de la protagonista.
El autor utiliza la alegoría para “señalar indirectamente la ausencia de una figura paterna, la indiferencia social, la pobreza y la violencia producto de la guerrilla en Colombia” (Ramírez), presentando en las ilustraciones posibles alusiones al ‘bogotazo’, una serie de eventos violentos ocurridos en Colombia en 1948 como consecuencia del asesinato al líder del partido Liberal. El ‘bogotazo’ fue uno de los actos que desencadenó el periodo conocido como ‘La Violencia’, donde figuraron la presencia de grupos paramilitares, carteles de droga, migraciones forzosas y demás temas. El primer acercamiento al personaje del león es precisamente cuando, en las primeras páginas, baja de un pedestal que tiene grabada la fecha de 1948 (figura 1), muy probable referencia al ‘bogotazo’.

El final tiene un detalle minucioso en la penúltima página que revela el título “Familias de desaparecidos en 1985” (figura 2), con letras borrosas, en un periódico puesto al lado de la fotografía familiar, donde aparece el padre. Se puede inferir que el padre pudo haber sido uno de los desaparecidos de este año agitado para Colombia, con el narcotráfico creciendo y con la toma del Palacio de Justicia por un comando guerrillero, evento que dejó un saldo oficial de 98 muertos y cerca de 11 desaparecidos. Otro episodio que puede relacionarse aún más con la historia de Camino a casa es el que ocurrió el mismo año (1985), cuando se inició la erupción del volcán Nevado del Ruiz, llamado por los lugareños “el león dormido”. Este acto produjo más tarde “una avalancha mortal llevándose la vida de alrededor de 25 mil personas” (Revista Arcadia) y la destrucción de Armero, un pueblo cercano al volcán cuyos pobladores terminaron siendo enterrados por los flujos de lodo que provenían del cráter. El apodo de este volcán podría ser la razón de la elección del león como compañero de la protagonista y como representación de su padre ausente y presuntamente desaparecido.

Con estas fechas como referencia, es clara la intención que tuvo Jairo Buitrago de reflejar en su narración algunos de los sucesos que cambiaron la historia de su país y que perforaron duramente el núcleo familiar de los colombianos. Es interesante ver el tipo de trasfondo que se puede encontrar en las coloridas imágenes y el poco texto que el libro tiene, con frases acertadas y cortas, pero suficientes para narrar la historia, haciéndose notar que actualmente “la literatura dirigida a los niños y jóvenes no es indiferente al conflicto armado, político y social que vive el país, ella toma una participación activa en la visibilización, crítica y transformación de los procesos violentos a través de la ficción”(Castaño-Lora & Valencia- Vivas,128).
Los detalles en las ilustraciones pueden no ser vistos o entendidos por los niños en su primer contacto con el libro; sin embargo funciona como una preparación requerida para que comprendan los fenómenos ocurridos en el pasado y en la actualidad, o que su curiosidad ante las fechas que aparecen, la elección de los personajes o los detalles como el ambiente en decadencia, los lleven a indagar o preguntar sobre el panorama del país en el que viven, a ser conscientes de las problemáticas sociales presentes, que si bien pueden no comprender al momento, van a estimular la maduración mental, su poder de crear juicios y opiniones y de interpretar “una realidad violenta que los acobija cada vez más, para de esta manera, encontrar la forma de sobrevivir o de aportar algo a la resolución de los conflictos que se viven” (Castaño-Lora & Valencia-Vivas, 125). Este pensamiento lo reafirma Yolanda Reyes, otra escritora colombiana, autora de Los agujeros negros: “la literatura infantil otorga a los niños herramientas intelectuales, cognitivas y simbólicas para asimilar, enfrentar y modificar sus propias realidades, incluso la violencia de género, criminal, guerrillera y narcotraficante” (El nuevo siglo). Las alusiones a la violencia no solo son denunciadas en las fechas, sino que Buitrago representa la pobreza en la vida diaria de la protagonista: su ambiente, las calles de su barrio, su rutina y su hogar. La escasez de recursos en las áreas urbanas se puede notar primeramente en las calles que recorre la protagonista acompañada del león (figura 3). Departamentos con paredes agrietadas, pinturas desgastadas, un niño hurgando en la basura, así se presenta el entorno del personaje principal, con un aire aparentemente contaminado por las fábricas.

“Entremos juntos al barrio, a la tienda donde ya no tenemos crédito” (Buitrago, 13-15) cuenta la voz narrativa en Camino a casa, para después presentar imágenes de la protagonista haciendo la cena para el infante que recogió en la guardería, probablemente su hermano menor, mientras esperan la llegada de su madre. “Come con nosotros” (Buitrago,16) le dice la niña al león, “y, si quieres, espera a que mamá vuelva de la fábrica” (Buitrago, 19); con estas líneas el libro muestra, de nuevo, la imagen de una calle descuidada y la figura de la madre con un rostro abatido, que llevan al lector a sensibilizarse con esta familia, a entrar no solo a su hogar, sino a su dormitorio, una habitación humilde, con escasos muebles y una cama compartida por los tres miembros de esta familia (figura 4).

Una torre de periódicos con el encabezado “Familias de desaparecidos en 1985”, el que anteriormente se mencionó, se encuentra al lado de la mesa de noche, con la foto de una familia feliz (figura 5), ambos padres abrazando a los dos hijos, mostrando la melena del papá que asemeja el aspecto del león, el mismo que ha acompañado a la protagonista en toda la narración. Queda claro que los pequeños detalles de las ilustraciones reflejan la dura vida que viven los personajes, las obligaciones que la pequeña niña debe cumplir a pesar de su edad y, sobre todo, el anhelo de la figura paterna en la vida de ellos.

Aunque la pobreza es un tema que se ha presentado en los libros infantiles, la perspectiva de ella ha cambiado a lo largo del tiempo. Pasó a obtener un papel mucho más importante tanto para la caracterización de los personajes principales como para el desarrollo de los eventos en la narración. La pobreza dejó de ser solo un elemento más en la historia y pasó a convertirse en un oponente, un personaje que determina el transcurso de los hechos, y es también una de las figuras centrales de este libro. A pesar de no ser mostrada como una pobreza extrema, sí es posible identificar a la familia protagonista como una de clase baja, dañada por eventos trágicos y afectada por la injusticia social, pudiendo llegar a hablar (a través de las interpretaciones de las imágenes) incluso de desigualdad, de explotación laboral (por la mención a las fábricas), o de violencia de estado.
Un entorno que no ofrece el estímulo adecuado para los niños tiene un efecto negativo en el desarrollo emocional de la persona. No es sencillo mostrar una realidad cruda, complicada e injusta en obras dirigidas al público infantil, pero esa realidad se encuentra en todas partes y aquellos temas que se consideraban tabúes, hoy están siendo relatados de una forma ingeniosa para que los niños puedan entender y sobrevivir a ese entorno en el que se encuentran.
Aún falta camino en la literatura infantil para abordar este tipo de temas tan densos y polémicos, sobre todo por la poca promoción y divulgación de obras como Camino a casa. La historia no es la única portadora del mensaje que el autor pretende dar a conocer al niño lector, sino que es la elección de los personajes, las metáforas, los colores, los lugares, los objetos y los dibujos que van a acompañar a la narración. Abordar la violencia que se vive actualmente en Latinoamérica es, de por sí, complicado, se le suma la sensibilidad que se debe tener y el ingenio con el que se le puede explicar al niño aquello que está ocurriendo. Se requiere cuidado, pero, sobre todo, creatividad para representar dichos tópicos sobre la violencia, así como es necesaria la participación de los padres, maestros, tutores o aquél que quiera incentivar este tipo de lectura consciente, para poder guiar al niño por este proceso de entendimiento de una realidad cruda que espera en el mundo.
Referencias
Buitrago, Jairo. Camino a casa. Ilustraciones de Rafael Yockteng. Fondo de Cultura Económica, México: 2008.
Ilustración: Rafael Yockteng