Nunca se crea nada del vacío,

desde este terremoto de identidad,

mi maternidad es una borsa

llena de lluvia, luz de vida dividida

en dos partes de una línea nigra,

una mitad es la narrativa del asombro,

la otra mitad es un manual de descubrimiento,

entre las aguas lentas de este momento,

se cambia continuamente.

Yo estoy aprendiendo

a escuchar el presente,

el temblor de los luceros,

el corazón del abdomen estremecido,

el ritmo de la flor que me crece dentro.

Estoy aprendiendo a exponerme a la luz

que abre el fuego de la rosa

a un nuevo sentimiento.

Me estoy abriendo al mundo

para renovar su pálpito,

estoy por iniciar la historia

de un niño feliz que recorre su tiempo,

mientras yo como el viento

oriento sus velas.

*

Amor de madre

Me siento un punto de tierra

ahora que una flor

sigue su largo camino

de pupilas dormidas.

Dentro de mí, la vida,

desde hondos océanos

me está llamado,

llamando

por todas las esquinas de mi cuerpo,

sobre todas las páginas que hablan

de nacimiento. Yo la siento,

la siento.

Y quiero contestar

«ven, hijo del amor,

hijo inesperado,

puñado de oro colado,

te enseñaré el camino

que escucha el rumor de las alas,

te enseñaré el misterio del vuelo

en este cielo que a ti baja.

Te contaré del tiempo que fluye

en la espera de verte,

de besar tu alma pura,

con amor de madre y ternura».

*

Del cielo al vientre

De la palabra al verso,

del verso al cuerpo,

con aliento poético,

dedos que anclan caricias,

con dulces vuelos de cometa,

con la raíz bien sujeta,

un astro germina,

inicia el viaje sin equipaje,

donde el viejo horizonte termina.

El rizoma se empina,

arriba y abajo, la piel emana

pinceladas de respiros,

pasa una y otra semana

y a un latido se añade otro latido.

Se levanta y se baja

la extensión del vientre,

una estrella fugaz, sonriente,

pone sus raíces y un toque germinativo.

Conteo de días, en el espacio vivo,

una nueva vida canta,

pinta un corazón y ya se siente,

crece, crece el vientre,

la tierna flor se levanta.

*

Los senderos de la maternidad

nunca terminan

y la luna lo sabe,

en la cuna feliz de los olvidos

las noches quitan las espinas

a los desvelos

y en la lactancia materna

se aquietan los anhelos

del bebé que llora sin hambre.

Llora por una caricia,

por el dulce respirare de los senos

abiertos con amor

para tranquilizar el llanto.

*

Alguien espera

Alguien dice que existe una vida

en la vida,

un mundo invertido,

como en los reflejos sobre un lago,

sobre las piedras lúcidas

mojadas del rocío,

una vida en el brío

de una nueva primavera.

Alguien espera

sin llamar nombres,

espera e inventa el tiempo

que no solo envejece,

espera en las frases importantes,

el presente que sale de una foto

no tomada.

Alguien espera sin saber

si lo que espera puede llegar,

espera entre los alientos de la sombra,

entre los días que pierden

los gritos de las aves.

Alguien soy yo y espero,

miro el reloj a péndulo,

y me doy cuenta

el cucú de madera

tiene la voz del otoño

y aunque si todavía es junio

soy una mujer de invierno,

para esperar me basta

resistir en el cascarón

y ver si el tiempo hace su parte.

*

Cuido la vida

que camina de espaldas y me saluda,

Es la puerta de un mundo que escucha

una fuga de Bach,

Mundo que late en mi vientre sonoro,

Viaje que respira a todo pulmón

su aire cargado de sueños.

Fotografía de Tamara Merino

*Una versión de estos poemas se publicó el 21 de octubre de 2021, en la revista en línea Primera Página.

Escrito por:paginasalmon

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