When I am feeling
low
all I have to do is
watch my cats
And my courage returns
“A mis gatos”, por Charles Bukowski
La tarde llegó y ya no estabas,
dejaste una larga carta que no leí.
En la carta, supongo, escribiste un sinnúmero
de razones vagas por las cuales te ibas:
que si yo esto y tú aquello
que si la eternidad es un dígito
o el abismo no es tan profundo,
un afiche pusilánime de nuestra corta existencia,
esa que cohabitamos en la misma casa
bajo la misma indolente rutina
de ir al trabajo y regresar para coger sin ganas
(con la punzada maltrecha de dos extraños
mirándose de reojo para esperar malas noticias).
Nuestro gato,
mi gato,
el gato,
me pidió algo de comida,
y se la di,
pero me ignoró con desdén.
Buscando tu perfume se puso a olfatear
y le expliqué que te habías marchado
le expliqué que en otoño el sol también quema
le expliqué tu interminable carta sin abrir.
La noche llegó y el gato subió al techo
para ladrarle a la luna,
le dije que los gatos no ladran, mucho menos aúllan,
aunque yo ladro y maúllo al mismo tiempo.
Intenté bajarlo a punta de piedras
pero al no tenerte consigo y verse indefenso
huyó con dirección a tu búsqueda
hacia un planeta sin remedio.
Tu gato,
mi gato,
el gato,
escapó y no me dejó una carta como la tuya,
no tomó sus cosas ni tampoco me dio explicaciones,
preferí que se fuera de esa forma
porque tampoco hubiera leído su misiva.
Los días siguen llegando,
días tibios, días color ausencia,
días donde depositado en mi cama
releo la carta que nunca he abierto
y cada vez que escucho ladridos fuera de mi puerta
suelo correr hacia la calle
esperando seas tú quien me trae de vuelta
al gato,
mi gato,
nuestro gato.
Fotografía de appl_jelli