Tus huellas quedaron impresas
entre nuestra casa y la luna
atravesando sigilosamente
el umbral de la vida y la muerte.
Un cuerpo afelpado
se desintegra bajo tierra
al fondo del jardín
(suero nutricio)
vuelto ahora
santuario egipcio.
Alguna diosa
te tiene ya en su regazo.
Lubina, mimos
dátiles para ti.
La tapia, en cambio
es paraje vacío,
ninguna silueta se proyecta
en la pantalla índigo de la noche.
Quiero saber de dónde salieron
estas esferas que ruedan,
suben, bajan
movidas por lo invisible,
estas esferas suaves
como las que tú dejabas
sobre mi ropa
y al pie de la cama.
Fotografía de Alan Marmur