Tuve una profesora que reía contándonos sobre una asamblea de maestros a la que había asistido. En ella, el director de la facultad había sugerido que las clases se extendieran al doble, para “ser más provechosas”: en lugar de dos, cuatro horas. La profesora aquí empezaba a sonreír: “una colega mía, octogenaria ya entonces y que ahora está retirada, se levantó de su lugar como pudo, muy enojada, y le reclamó al director: ‘¿Cómo, preguntó, vamos a extender la clase a cuatro horas, si es eso an-ti-pe-da-gó-gi-co? Es más: los estudiantes, con una hora de dictado, se cansan’”. Y entonces todos reíamos porque entendíamos la paradoja o, quizás, porque nos veíamos reflejados en los cansados discípulos del dictado.

A los catedráticos medievales de gramática y retórica, por una feliz coincidencia de la lengua, se les llamaba de esa manera: dictatore, dictador. Contra sus formas dictatoriales de enseñanza, los “humanistas” reaccionaron con una pedagogía (es decir, con una ética y una política) centrada en la expansión de las capacidades de los individuos, no en la concentración de saberes estáticos. Montaigne, uno de esos humanistas, escribió que era preferible tener la cabeza bien formada, que tener la cabeza llena. Sin embargo, y aunque es claro que estaba más cerca de los dictadores, aquella octogenaria de la que nos reíamos trabajaba en una facultad de humanidades, impartía una materia de humanidades y, seguramente, era llamada humanista. Podríamos preguntarnos por la palabra, y tal vez llegar a la conclusión de que en este caso es un accesorio de la vida académica para darse dignidad; pero parece más urgente otro tipo de cuestionamiento: si el humanismo, esa actitud crítica ante la existencia, opuesta al autoritarismo, sigue existiendo, ¿cuál es el curso que ha tomado a través de la historia?, ¿cuáles son los avatares del humanismo, hoy?

En el segundo año de su historia, las respuestas que esta pregunta pueda tener son, para Página Salmón –una publicación declaradamente humanista, hecha por humanistas de profesión–, una prioridad. Por ello, hemos decidido ponerlo en el centro de nuestra agenda editorial durante tres meses completos y dedicarle el dossier de este quinto número, llamado, sin acotaciones que restrinjan la reflexión, “Humanismos”. No nos interesa la disciplina o el enfoque desde el que se piense esta palabra, sólo que las ideas las dicten la crítica y el rigor.

Escrito por:paginasalmon

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