Mujer, una historia de enfrentamientos internos y externos que han permitido analizar tu silueta desvanecida frente al espejo de la vida. Te invito a incursionar breve y someramente en tu papel preponderante, contigo misma y en tu entorno, que retrata algunas de tus luchas constantes, una búsqueda de equidad milenaria plegada de quebrantos, ilusiones y sueños; historias que se han tejido al calor de los años cobrando vida a través de diálogos, bibliografía y registros históricos.

Has derramado ideales por el viento; quimeras que han ascendido a las nubes como espirales de humo, buscando el refugio dentro de los copos de algodón, que cuando no pueden seguir sopesando tus cargas emocionales, quebrantan su delgada capa de protección y empiezan a caer, cual gotas suaves de lluvia que buscan lavar penas, subsanar  dolores de esos rostros femeninos que posan su mirada en lo alto, buscando respuestas a sus constantes e inquisidoras preguntas y plegarias; otras tantas, se vierten, cual torrentes que desahogan sus tristezas convertidas en llanto, en agua que corre; escudriñando y alimentando el cauce de arroyos, ríos, hasta llegar a la inmensidad del mar, donde la historia de nuestro planeta tiene su inicio de vida.

Cuando la iglesia “santa, católica y apostólica” tuvo su aparición, los varones eran y son, quienes pueden estar a la diestra de Jesús, pregonando su nombre, impartiendo los sagrados sacramentos y sirviendo desde el púlpito en la educación eclesiástica del pueblo. Al inmiscuirte en los asuntos espirituales, por convicción, vocación o imposición, sigues estando al mando y servicio de los sacerdotes.

Quienes tenían la autoridad moral y poseían la luz del conocimiento, sobajaron y ultrajaron tu autoestima y personalidad. Aristóteles dijo que “la hembra es hembra en virtud de cierta falta de cualidades. Es un hombre inferior. La naturaleza solo hace mujeres cuando no puede hacer hombres”. (384 a.C. -322 a.C.) Santo Tomás de Aquino dijo que la mujer, como individuo, es un ser endeble y defectuoso. La Iglesia te llamó “bruja” y te condenó a la hoguera, los potros de tortura flagelaron tu cuerpo, las llamas desaparecieron tu esencia convirtiéndote en cenizas. Aún si tenías la fortuna de nacer dentro del linaje, tu condición de mujer era una limitante absoluta, porque en épocas de reyes, solo los varones tenían esa unción preferencial de adquirir la monarquía hereditaria.

Mujer, cual sombra desdibujada tras el contorno masculino, has visto resurgir y renacer el tiempo. Pintores como Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Rafael, Sanzio, plasmaron en sus obras agudeza y creatividad.  Te utilizaron mujer, como musa o protagonista de algún retrato. Y cuando en algún lugar del mundo surgía algún destello artístico femenino; el ingenio era guardado, opacado. Tu nombre no está escrito en el renacimiento ni en la ilustración; pero se encuentra en primera plana ante los agravios, resabios y prejuicios cometidos contra tu integridad.

Y sin embargo se mueve, susurró Galilei al estar postrado ante la inquisición, después de abjurar de la visión heliocéntrica. El cambio era inminente, no era posible seguir concibiendo y fundamentando dogmas bajo el auspicio y mirada delimitadora y castrante de la Iglesia; nace una nueva manera de contemplar el mundo. La luz del entendimiento fue tal, que la misoginia imperante no pudo detener los destellos que llegaron hasta tu intelecto. Empezaste a brotar, a germinar y emerger en puntos distantes. Tu voz antes callada y sumisa, empezó a buscar forma, sonido y mensaje para llegar a canales receptivos.

Mujer, renaciste en la primera feminista de América, conocida como la décima musa, quien, en sus sonetos, en verso y prosa, rescata y defiende tu esencia. Tus voces feministas dieron el primer paso en la transgresión del tabú gestado por siglos, empezaron a escucharse contra la sublimación de creencias e ideales. Junto a los cambios científicos, se esperaban cambios drásticos en la sociedad.

Tus gritos de protesta brotaban por doquier: Wollstonecraft pugnó por superar la subordinación femenina con el acceso a la educación, proclamando igualdad. Afirmando, en la Vindicación de los derechos de la mujer, que razón y pasión son piezas fundamentales que componen a cualquier persona, y, por lo tanto, no debería existir la supremacía de una sobre la otra. Fuiste condenada a la guillotina o al exilio político cuando Olimpia de Gauges demandaba, en la Declaración de los derechos de la mujer, libertad, igualdad y derechos políticos.

Enfrentaste la crudeza del pensamiento filosófico, quienes desde el ámbito intelectual te consideraban apta para incidir un poco dentro del ámbito privado; pero cerraban con su pensamiento, tu acceso a la vida pública. Seguiste floreciendo como planta en el desierto, aferrada a tus raíces, que se expandieron cual tentáculos por las entrañas de la tierra, hasta obtener el agua subterránea de la vida. Has alcanzado grandes peldaños, avanzando un paso a la vez: el sufragio, reconocimiento y cuidado de tu cuerpo, el derecho a la reproducción en cuanto a número y esparcimiento de tus hijos, el acceso a la educación, libertad de expresión en espacios que solo eran destinados para los varones.

Mujer, resurgiste de entre las cenizas como el ave Fénix; tomaste la bandera al ser pionera o sobresalir en distintos campos: Hipatia de Alejandría, Juana de Arco, Valentina Tereshova, Elizabeth Blackwell, Sirimavo Barandanaike, Marie Curie, Virginia Wolf, Madre Teresa de Calcuta, Frida Kahlo, entre muchas más.

Y sin embargo… aún hay un largo trecho por avanzar. Senderos que siguen obstruidos por la estrechez de pensamiento; por enarbolar ideales que siguen pendiendo de la ignorancia androcentrista del poder y predominio. Países donde ser mujer, aunado a ser pobre, representa un estigma de inequidad y opresión: Nigeria, Somalia, Mali, República Centroafricana, entre otros; donde predomina una alta tasa de mortandad materna, prácticas de ablación, matrimonios negociados por los padres, y un sinfín de carencias y violencias.

Ha surgido la necesidad de congregarse para defender tus derechos. ¡Mujer! Que tu voz cimbre montañas y el eco taladre conciencias y pensamientos, ¡para una vida más justa, más ecuánime, más humana!

Invisible Women de Sanja Ivekovic

Escrito por:paginasalmon

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