Varias horas después, Hugo Blas conducía por la carretera en un vehículo extraño, conmigo como copiloto. Ya había pasado el mediodía y estábamos comiendo, al tiempo de viajar, unos suplementos rudimentarios pero satisfactorios. Yo portaba en el pecho una tarjeta que me habían dado, que me identificaba como “Autorizado”. Un taxi especial nos había llevado…
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