Creedence Clearwater Re/View
Creedence Clearwater Revival
me recuerda muchísimo a mi padre.
Creedence es un paso activo a la memoria,
nos recuerda el pasado
que debemos tener en los oídos.
El amanecer entre cuerdas
desde El Cerrito hasta las raíces de lechuga;
la voz cadenciosa, líquida y espesa de John Fogerty,
el pasto entre los dedos de los pies.
Vacas, borregos y cerdos caminando
nuestros pasos con sabor a estiércol,
el ritmo inequívoco de la naturaleza.
Andar hasta cansarnos,
comer hasta dormir
y sonreír
con el viento claro,
con las cosquillas de rocío,
con los problemas lejos
asomándose a veinte
o treinta
años
Desde los ecos del bajo,
de las gotas de lluvia sobre la tierra soleada,
desde los miles de dólares que no le faltan a Mary,
los abrazos que si le faltan a Vietnam.
Creedence es ese pasado que nos endeuda hoy;
que no tocamos,
que no asimos con manos lentas.
Ese pasado que nos debe doler en el estómago
y el que nos sabe a fresas salvajes,
esos campos que debemos extrañar hasta las lágrimas
y el cansancio de arrear el ganado,
esas impotencias heredadas,
muertes constipadas
y las que nos aceleran la sangre
que sin importar nombres hay que celebrarlas.
Somos/Soy nieto desafortunado
porque no respiré el rancho,
ni bebí a trabas leche bronca,
ni corrí por el pasto descalzo
de los terrenos de mi padre
–que mi padre no tenía
sino su padre,
y que mi padre no me mostró
porque nunca lo conocí–.
En tu jardín
Ahora hay tantas bugambilias en el suelo
que perdimos nuestros pasos.
Las personas que fuimos
en los tianguis, en los garajes
y los nuevos desconocidos que somos.
Las bugambilias podrían florecer solas
y lo hicieron,
podrían salir de entre nuestros huecos.
Escupimos y masticamos hadas moradas.
Nuestros bolsillos eran invernaderos,
nuestras costillas raíces.
Nacieron tantos pasos de ti
que pusiste sillas para todos los descansos
que nunca tomamos,
que no reconocemos.
Volvemos a ser nosotros
cuando el silencio te recuerda
esos pasos que masticaste.
Nuestras nucas apenas pueden la cabeza
y nuestros hombros no levantan las anécdotas
que contaremos cuando callemos;
caminaste demasiadas millas sin palabras
tus oídos se han acostumbrado demasiado al silencio.
Las personas que no alcanzamos a ser,
los fraudes de nuestra esperanza
se nos salieron de los bolsillos,
no se respiran entre bugambilias.
Los pasos que nacieron de ti
no regresarán para presentarse.
Ahora
tienes el jardín lleno de sillas
que jamás volveremos a llenar.
Foto de SimonSkafar en Getty Images