La palabra mundo
también significa
infancia
Jorge Orlando Correa
I.
Mi trabajo es un hoyo negro
ávido de sufrimiento
cuya arma más poderosa es la necesidad
y mi hambre
Caer en su trampa es fácil
uno empieza faltando a la cena de navidad
y termina por hacer las paces
con la sanguijuela que crece en la espalda
con tal de seguir vivo
Así que cansado de contar cajas
y de hacer informes por diez horas
seis días a la semana
decidí
cuidar una suculenta
II.
Una mujer en mis sueños
me dijo que la rebeldía no es para todos
y que no es nuestra culpa
que a veces
no podemos luchar contra el salario mínimo
ni contra la desesperación
pero que no me preocupara porque a su vez
esa palabra podía llegar a ser enorme
inmensa como mil segundos en un gotero
y abismal como el silencio de la letra h
igual de absurda que el silencio de la letra h
tan importante como el silencio de la letra h
y que como las unidades de un conjunto
un pedacito de rebeldía tomaba forma
cuando sembrábamos belleza en
la incertidumbre
Yo no entendí lo que decía
pero como ella fue la misma
que una vez me dijo
tus ideas son importantes
y
de las sonrisas nacen los milagros
decidí creerle
y cuidar una suculenta
Aunque tampoco sabía qué era la belleza
terminé por pensar
que esa palabra debía saber a algodón de azúcar
y me costaba encontrar ese sabor en la oficina
las plantas eran de plástico
las caras eran de plástico
las conversaciones
todo en aquel lugar tenía esa consistencia
y ver a mi suculenta
al final del día
su macetita de barro verde y amarillo
me reconfortaba
III.
Las plantas no son tan distintas de los perros si te lo propones
La imaginaba
esperando ansiosa mi llegada
encima de la mesita donde la había dejado
inmóvil
delicada como la respiración de un gato
y melancólica
como las noches de agosto
en que los sueños se confunden con hormigas muertas
Su forma
una llama dormida
con frío
un corazón minúsculo de sangre inocua
Su silencio
un abrazo
olor a menta
Al amanecer
arañitas blancas anidaban
en sus hojas
IV.
En invierno
tuve que trabajar horas extra
pero la regaba a diario
No sabía que
en invierno
sus riegos debían ser escasos
Un día me percaté de que sus hojas
se habían puesto pálidas
y blandas
En invierno
yo llevaba mucho tiempo triste
y ella mucho tiempo muerta
V.
.
.
.
.
.
Es que tengo tantas ganas de cambiar el mundo
y tanto miedo de arruinar las cosas
VI
Mis compañeros notaron mi bajo rendimiento en la oficina
les conté que había ahogado a mi suculenta
Uno dijo que por ser ateo
Otro que Israel no era un estado legítimo
Mi jefe preguntó
qué tenía que ver la muerte de mi planta
con la inflación y mi despido
si no entregaba mi reporte a tiempo
A pesar de sus ánimos
cuando llegué a mi departamento
no pude evitar llorar frente a la mesita
de mi suculenta donde aún quedaban restos
de raíces que no había tenido tiempo de limpiar
VII.
La mujer de mis sueños
hace días que
no sonríe
su rostro se volvió pálido
sombrío
Pero anoche descubrí lo inverosímil
Me di cuenta
que en los sueños
lo que amamos nunca muere
y la suculenta que cuidamos cada noche
con su corazón minúsculo
y su cálido silencio
sigue viva
Esta noche
cuando la mujer de la sonrisa
sueñe con saltar al vacío
la tomaré de la mano
y le diré que no todo está perdido
que no se preocupe
que no fue nuestra culpa
Imagen tomada de Wikipedia