Escribir y leer. Leer y escribir. Estas dos actividades son correlativas. Sucede que es normal para las sociedades letradas el leer y el escribir, con la posibilidad de llevar a cabo cualquiera de las dos sin el objetivo ulterior de convertirse ya sea en un lector o en un escritor profesional. Que las personas, así de diversas como ellas son, tengan la posibilidad de articular sus experiencias, aspiraciones, conocimientos e incluso historias ficticias es en donde el quehacer y sentido de existir del editor reside.
Gracias a las plataformas digitales, la función del editor ha podido llegar a ser muy semejante a la de dos botones “Editar” y “Publicar”. Sin mucha injerencia en la situación, editores humanos y botones convivimos para que la vorágine de opiniones, puntos de vista y circunstancias transiten por el mundo del texto y la palabra escrita.
En esta plétora de medios editoriales compuesta por redes sociales, blogs, salas de chat, comunidades y revistas digitales parece que en el libro es en el que se imprime únicamente la noción de editorialidad nacional. La cantidad de libros publicados con ISBN, las exportaciones, los millones que hace o deja de hacer el mercado, los sellos editoriales registrados son los parámetros con los que se mide la fuerza editorial de los países, las lenguas y las culturas. Se trata de un ecosistema hipercentralizado, de actividades empresariales fosilizadas, desde cuya óptica la inmensa mayoría de practicantes editoriales pasan el tiempo en actividades “resistenciales”. La editorialidad global hegemónica, bajo el sello de una razón neoliberal, se compone de prácticas de robo, especulación y explotación: una voluntad de totalidad. Rasgos que inclusive hoy en día no son suficientes para mantener a flote dichas empresas.
Hace apenas algunos años es que trabajos e investigaciones han empezado a recabar puntualmente datos y episodios de la historia de la edición en México del siglo XX. Época de llegada de tecnologías de impresión modernas, de la casi alfabetización total de la población, de consolidación de organismos editoriales paraestatales como el Fondo de Cultura Económica, la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos y el surgimiento de grandes personalidades editoriales, así como su caída: su caída y la invasión de trasnacionales vectoriales y sus filiales. Estos trabajos nos dan piso para entender la situación en la que nos encontramos. ¿Acaso la edición está muerta? ¿Acaso las violentas transformaciones tecnológicas han hecho que la lectura y la escritura sean actividades del pasado remoto? Quizás sí.
Sin embargo, otras modalidades están surgiendo en el panorama. Microeditoriales, comunidades lectoras, que para nosotras y para ellas mismas no se trata ya de meros actores independientes, al margen, sino de pequeñas y valiosas, si quieren microscópicas, semillas del porvenir. Actores cuyas preocupaciones consideran la totalidad del sistema, y que tratan de desplazar la racionalidad capitalista de sus formas de operar: la empresa como modelo básico de organización, administración y política, basado en la competencia. En el siglo XXI no hay homólogos de Octavio Paz, y qué bueno.
Recientemente, Página Salmón dio su primer giro editorial, como señal de un desplazamiento cuesta arriba, viajando hacia «el inicio» del camino. Nos enunciamos como editorial, ya no solo como revista. Los editores de Página Salmón estamos conscientes de que hay otros editores y otros proyectos similares. Padecemos de las mismas dificultades para ser editores en un sistema complejo: sabemos que debemos alejarnos de prácticas ajenas a la intención de comunidad, porque hay otras páginas salmón, hubo otras páginas salmón y habrá otras páginas salmón, y la idea es que todas continuemos nuestra propia historia.
Invitamos a todos los colaboradores y lectores a enviar sus propuestas en torno a nuestro nuevo dossier “Historias de la edición”. Recibiremos textos que hablen sobre la situación editorial actual y sus prácticas, sobre la “cadena” del libro; sobre las experiencias privadas y públicas de sus actores; sobre las posibilidades de esta actividad mediadora. Textos de ficción también son bienvenidos.
Referencias
Bello, Kenya y Garone Gravier, Marina (coords.). (2020). El libro multiplicado. Prácticas editoriales y de lectura en el México del siglo XX. Universidad Autónoma Metropolitana.
Lemus, Rafael. (2020). Breve historia de nuestro neoliberalismo. Debate.