Ella amaneció sola, como lo hacía cada día de su vida. Fresca, aunque sin la fuerza interna necesaria para despertarse emocionada por haber sobrevivido la noche y sus sutiles ofrecimientos. Tras una breve meditación sin sentido, con la vana esperanza de que algo sucediera que le impidiera levantarse, se metió a la regadera a pesar…
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