Tras varios meses de revisar Cultura Colectiva he terminado por pensar que no se trata de otra cosa que la versión hípster de Vanidades. Las comparaciones son siempre odiosas: lo entiendo y me disculpo; sin embargo, confío en que mis amigos lectores de Vanidades toleren con benevolencia un símil tan desfavorable. A pesar de enarbolarse como una plataforma dedicada a la cultura, en el nombre llevan la penitencia, me cuesta mucho trabajo creer que su vocación sea muy diferente de la de ésta o cualquier otra revista del corazón: como yo lo veo, una revista cultural no adquiere ese estatuto por tratar de cine, fotografía y viajes, sino por dedicarse al análisis y difusión críticas del quehacer humano. Uno puede acabarse la vida balbuceando sobre música clásica o literatura y no acercarse siquiera a la profundidad de una reflexión en torno a la gordura, un videojuego o la tipografía de una página (zonas menos visibles, pero no menos relevantes, de la creación humana). De entre los dos caminos Página Salmón siempre preferirá el segundo; el otro no lleva a otro lado que a publicar “Pervertidas ilustraciones que sólo excitan a las mentes desviadas” o “Las mejores canciones de Caifanes, la banda mexicana que se convirtió en leyenda” -ambos títulos verdaderos-: territorio al que un amigo alguna vez llamó elocuentemente contenedor de cultura.
Conscientes, pues, de que los asuntos tratados no deben limitar nuestro radio de acción, y sí la severidad del método, hemos decidido ampliar el campo de las reflexiones hacia disciplinas que hasta ahora habían escapado a nuestra atención, manteniendo un vínculo irrenunciable con la precisión y el rigor: las ciencias, la política y la sociedad. Por lo anterior hemos decidido sumar, a las cuatro existentes, la columna “Gravedad atractiva”, del físico Rogelio Meana. En ella presentará, una vez por mes, su peculiar perspectiva sobre la relación del hombre contemporáneo con la ciencia, tocada por una postura política y un sentido del humor rayanos en lo escandaloso o, cuando menos, en lo incorrecto. Con éste deberán cotejarse, para dialogar o disentir, los razonamientos que se publiquen dentro del dossier de este número, titulado, en recuerdo de Leibniz, cifra de la variedad y compromiso intelectual que queremos conseguir con estas novedades, “Razón suficiente”. Lo demás no ha cambiado: seguiremos publicando textos los mismos días, además del reciente proyecto #SalmonsTail, que pretende, en un espacio no mayor a un tuit, hacer un examen y acaso prevenir sobre un nuevo cuento todos los martes, jueves y sábados. A partir de esta temporada Página Salmón buscará tocar más fibras de su presente, diversificando sus caminos, dando lugar a nuevas perspectivas teóricas y ensayando, como hasta ahora, la realidad circundante. Si no lo conseguimos, siempre nos queda el camino de consolación: publicar “Los 5 datos que no sabías de Mengano” o “Los 10 mejores libros de Perengano según tu signo”. Cuando menos eso vende.