Me gusta pensar la adaptación del espacio en relación con las necesidades materiales y psicológicas de los actores involucrados en habitarlo. Hace año y medio, tras la declaración de confinamiento, comencé una serie de proyectos que me motivaban a trabajar, pues consistían principalmente en la modificación de mi entorno para lograr un sitio más funcional y agradable.

En este proceso de transformación de mi hogar durante el último año y medio, consideré necesario adecuar espacios para la producción artística (taller) y producción de alimentos (huerto-jardín, corrales). No obstante, la incertidumbre y la ansiedad derivada de la pandemia me llevaron a una depresión que se reflejó en mi casi completa ausencia de actividad, en contraste con los primeros tres meses de confinamiento.

Ante esto comencé terapia psicológica. Parte del tratamiento consistió en generar horarios de actividades para evaluar el avance frente a la depresión. Este ejercicio consistió en monitorear mis actividades y plantear metas pequeñas que con el tiempo fueran creciendo. Más adelante, al revisar la información recabada, me percaté de que la actividad o inactividad en ciertos espacios reflejaron el desarrollo de la depresión, que de forma paradójica planteaban una deshabitación del cuerpo que dio paso a una habitación casi exclusiva de la mente.

Una reflexión sobre habitar y deshabitar el cuerpo, la mente y el espacio requiere herramientas abstractas. Y qué hay más abstracto que un plano arquitectónico para representar el espacio o los planos topográficos para representar el paisaje: áreas susceptibles de ser modificadas, de acuerdo con necesidades específicas, a través de la energía física y mental de sus usuarios. Así, convertí las tablas de horarios en gráficas (que bien podrían tratarse del perfil topográfico de una montaña, con sus pendientes y elevaciones discontinuas), y posteriormente las representé como planos topográficos (adaptándolas a necesidades expresivas y pasando por alto la especificidad del proceso) que muestran la intensidad en la presencia o ausencia del trabajo. Esta ausencia la considero un despojo o deshabitación del cuerpo, en tanto que una depresión lleva al individuo a centrarse en sus pensamientos, generalmente de índole negativa.

A continuación, presento una representación gráfica de mi trabajo en casa, que desde hace año y medio se ha vuelto mi espacio casi único de vida. Mi interés se enfocó en una narrativa gráfica que representara cómo la energía mental y física produce cambios funcionales, espaciales, materiales en el entorno, y cómo la ausencia de dicha energía incide en el decaimiento de los mismos espacios, al abandonar casi totalmente la actividad física.

Este plano simula un terreno liso, sin relieve. Se trata del espacio tal cual se encontró en marzo de 2020, al inicio de la pandemia. La inminente crisis me hizo considerar adaptar los espacios para poder trabajar y habitar adecuadamente.

Inicio de modificaciones durante el mes de abril. Probablemente el mes de mayor actividad física. Nótese la relación entre el crecimiento de “relieves” que simulan la intensidad de actividad y el cambio de nombre en algunos espacios, que indica el cumplimiento del primer objetivo: adecuarlos a nuevas necesidades.

Mayo-junio. Comienza el decaimiento y abandono sistemático del trabajo en ciertas áreas. Al final del mes de junio comencé el tratamiento psicológico y psiquiátrico para atender la depresión.

Julio-agosto. Meses de completa depresión. Nótese la casi única actividad en el dormitorio, que muestra una inactividad física (recostarse o dormir) y una preponderancia de la actividad mental (depresión). En esta imagen invertí la topografía del dormitorio para demostrar el hundimiento y abandono del cuerpo y espacio, de manera que se gana en actividad mental, la cual se habita de manera consciente o inconsciente (durmiendo).

Septiembre-octubre. Meses de recuperación. Conforme avanzaron los tratamientos psicológicos y psiquiátricos, es evidente una recuperación paulatina de la actividad física y mental, lo que se refleja en la rehabitación de cuerpo y espacio.

En octubre fui dado de alta del tratamiento psicológico para la depresión y, aunque la revisión de horarios y actividades cesó, a partir de entonces los relieves han crecido y decrecido, mientras la depresión cede o se manifiesta como respuesta a la incertidumbre, las restricciones de movilidad y el encierro.

Escrito por:paginasalmon

Un comentario en “La relación entre habitar-deshabitar cuerpo y espacio. Topografía de una depresión en el encierro | Por Sebastián Vergara

  1. Me sentí identificada con lo que nos relata en su texto. La verdad que yo también me sentí de esa manera abrumada por el encierro. Me alegra que su tratamiento haya terminado y este bien. Pero para la historia, esto que nos cuenta servirá muchísimo y para nuestra vida ser algo inolvidable.

    Me gusta

Deja un comentario