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En el Walmart me dan ganas de voltear todos los empaques

y ver las listas de ingredientes

leerlas como confesiones

¿de qué me sirve saber que mis gomitas tienen benzoato de sodio?

eso no sabe a nada

no sé qué es

detrás de alguno de todos esos empaques hay un poema oculto

qué gozo encontrar poesía detrás de una caja de cereal

nunca me ha pasado

pero tolero la existencia del Walmart

pensando que un día puede suceder

que los Corn Flakes estén hechos de:

“un alto surtidor que el viento arquea

árbol bien plantado mas danzante”

un Walmart es un acto de magia macabra

no huele a nada, como un museo

las cajas de cereal surgen naturalmente

parece que siempre estuvieron destinadas a terminar ahí

cada pasillo es un selva de sensaciones potenciales

cuando imagino todos los olores posibles para un detergente

me dan ganas de gritar

un jabón de naranja no huele a naranja

yo podría decir que huele a tulipanes

o a turbosina

o a mierda de unicornio

y daría lo mismo

porque esos perfumes son deliciosos pero ¿a qué huelen?

grito imaginando que nada dentro de un Walmart es real

la abstracción de un pedazo de jamón

¿qué cerdo tiene las piernas cuadradas?

¿con cuatro ángulos perfectos de noventa grados?

aberradamente imaginamos cerdos geométricos

y vendemos esa fantasía

para nutrir a los hombres que juegan a contar el dinero ajeno.

eureka, la comida ilusoria de los supermercados

sirve para nutrir vidas ilusorias de una humanidad que renuncia a su rostro

no puedo ponerme a llorar en medio del pasillo de los condimentos

porque vendría un guardia a golpearme

él no comprendería que Ulises jamás hubiera regresado a Ítaca

si Penélope le hubiera ofrecido esas aceitunas asfixiadas en plástico

como embriones grotescos flotando en salmuera

ya no hay regreso a casa

toda la comida sale de una bodega oscura

qué ganas de poner mi estómago en el refrigerador de las carnes frías

colgarlo en un gancho

en medio de las luces blancas y congeladas

flotando ahí, bolsa misteriosa de carne incógnita

sé que se hincharía y se hincharía

ningún vendedor sabría qué hacer con él

nadie pide doscientos cincuenta gramos de panza de poeta

pero no lo tirarían

porque si no lo encuentran en los inventarios interminables

nadie se atreve a descartarlo

pero un día,

lleno de asco y furia y gritos,

reventará

sacando a la luz miles de mariposas doradas

y libélulas, y nubes que cantan

correrán por todos los pasillos quemando las cajas y el cartón

en un huracán de catarsis que borra esa publicidad engañosa

que te hipnotiza y te ahoga

y el Walmart se incendiará pero sin dañar a nadie

porque las llamas de este incendio serán espigas de trigo

y nadie sabrá explicar de qué manera nació un trigal inextinguible en medio de la ciudad

pero todos los cajeros

y todos los choferes

y todos barrenderos

y todos los burócratas

saltarán dentro para convertirse en ranas

y yo también saltaré dentro de ese fuego de trigo

para nunca más tener hambre

aniquilaremos toda la ciudad

hasta que todo esto vuelva a ser

un lago inmenso de silencio

pacífico e inexplicable.

Imagen tomada de grmedios.tv

Sergio Rodrigo Kanek Quintanar Tapia (Cuautitlán, Estado de México, 2001). Estudiante de Historia y escritor. Cursó un taller de cuentacuentos en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco y estudió el bachillerato en un CEDART del INBA. Participó en el 13° Curso de creación literaria para jóvenes Xalapa, 2021 de la Fundación para las Letras Mexicanas. Le gustan los dulces aciditos, andar en bicicleta y caminar mucho. Le interesa la poesía que habla sobre la ciudad, las relaciones entre literatura e historia, la historia del arte, la literatura sobre la naturaleza, la historia de las religiones y la poesía en general. Publicó dos veces en la revista Punto de Partida en los números 230 y 236, y con un fragmento del texto publicado en el número 230 colaboré en la antología Summergible editada por la Universidad de Cuenca y la UNAM. Participó en el concurso “Miradas que cuentan, cuentos que miran” de Universo de Letras.
Escrito por:paginasalmon

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