El silencio
embotella contemplaciones.
Los sueños desteñidos
se enjaulan en tu rostro libidinal.
Las piedras del corazón
escarban el alba humedecida
por el rocío apalabrado.

La soledad,
sembrando retazos
de nuestra piel
en las sábanas,
interpreta sus nocturnos
al aguacero.

Viejos versos
se encienden
con la mecha
de tu imagen vivace.

Las manos capitanean
el pensamiento por las sendas
que erupcionando olas purpuras
erotizan la vista.

El viento se lleva los suspiros
para dilatar al aire risueño,
y las brisas rejuvenecen
las esquirlas que remolinean
en tu voz de seda.

Saboreo,
junto a mis fantasmas,
el almíbar sudado
por tus frutas arcillosas
con mis labios
de cartón prensado.

Mientras las fantasías
se columpian en la pasión,
nosotros caemos en el sicalíptico,
exhalando los perfumes
enmarañados en la piel,
y rozando las astillas
de este poema.

Fotografía de Jody Salt

Luis Daniel Álvarez (Andalgalá-Catamarca, Argentina, 1988). Docente. En poesía publicó: «Pueblo y rebelión»(2013), «Vuelo onírico» (2015) y “Pájaros de aguardiente” (2017), “Transeúntes” (2020) “La desnudez del oasis” (2020). En narrativa: “Sueños encajonados” (2015) “La fama de Edward Arparigowsky” (2019). Dirige la página web de cultura La Tuerca Andante.
Escrito por:paginasalmon

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