(A propósito de la exposición Modos de Ver, de la quinta edición del Programa BBVA Bancomer-MACG, que reúne los proyectos de producción e investigación de 9 artistas jóvenes mexicanos, de los cuáles -a mi modo de ver– tres destacan por la pertinencia de su situación dentro del programa formativo y de la exhibición como propuesta final: Yolanda Ceballos, Amauta García y Pablo Tut. La muestra estará en exhibición desde el 26 de enero hasta el 29 de abril de 2018, en el Museo de Arte Carrillo Gil, Av. Revolución 1608, esquina Altavista, Col. San Ángel, CD.MX., México. Luego de este periodo de exhibición la exposición comenzará una serie de itinerancias en distintos recintos de la República Mexicana)
Modos de Ver retoma, según dice Tatiana Cuevas en su texto curatorial, el título de un programa televisivo transmitido en 1972 por John Berger, en el que se analizaban las formas en las que la modernidad nos había enseñado a mirar la Historia del Arte. El programa, que tuvo además un homónimo bibliográfico, fue el primero en el que se abordó de manera didáctica la forma en la que consumimos las Artes Visuales y en haber recibido una difusión masiva. La referencia del título es, pues, un claro guiño para todos los artistas contemporáneos para quienes el programa estuvo involucrado en su formación, convertido en una especie de ancla y perspectiva que plantea de inicio un campo homogéneo de conocimiento. Eso mismo ocurre con la exposición; el título le brinda al espectador una posibilidad de aprehensión de la postura y la mirada de los propios artistas, un terreno común para el diálogo.
Este diálogo, que relaciona el proceso de los tres artistas (Yolanda Ceballos, Amauta García y Pablo Tut), es la atención a la visión problemática de lo urbano, específicamente sobre los conceptos de hábitat, arquitectura y paisaje, tópicos tan recurrentes en la actualidad; casi tanto como las réplicas del sismo del pasado 19 de septiembre, y que aún hoy se visibilizan bajo la forma de cicatrices urbanas, actos de corrupción y desvíos de la mirada.
Curiosamente, como los epicentros del sismo, los tres artistas vienen de distintos puntos del país; es decir, ni son originarios de la CDMX, ni vienen de un solo lugar: provienen de ciudades del interior de la República, cada uno enfrentado con una estética y arquitectura particular, y que de igual forma sucumben a las políticas de modernización urbanística y a la lógica voraz del mercado inmobiliario. La visión ciudadana y a la vez artística de estos tres creadores construyen un diálogo entre réplicas temáticas, brindando un panorama descentralizado del concepto de ciudad, abriendo la posibilidad de perspectiva para reflexionar y enfrentar los problemas en común desde una especie de posicionamiento crítico a lo urbano a través de la obra de arte.
En el proyecto titulado Teoría de la transición: destrucción, habitación y reconstrucción de 120 casas-habitación, de la artista regiomontana Yolanda Ceballos, se materializa en tres fases la posibilidad escultórica de la arquitectura y del escombro, empleando la memoria como aglutinador de los fragmentos. El proyecto de Amauta García, de Puebla, responde, por su parte, al deseo de tener una casa propia, presentando esculturas que emulan el porcentaje de vivienda que ella puede adquirir con un crédito hipotecario a 20 años, en su frágil condición económica de artista. La pieza en que la idea se hace concreta es San Ángel: una esquina de madera y aluminio, muy bien construida en la mitad de la sala. San Ángel es un fragmento de casa en esa zona exclusiva, pero también -al mostrarnos su deseo cual réplica de los nuestros-, un sacudimiento que nos sitúa en la perspectiva sin salida de la precarización del trabajo y la especulación inmobiliaria del sistema neoliberal.
Por su parte, Pablo Tut, de Campeche, nos presenta el registro en video de la construcción y activación de un mirador provisional hecho con andamios dentro de su propia casa, que nombra El mirador metafísico Infonavit. El joven artista insiste en la inutilidad, improductividad y efímero de su propuesta ante la lógica económica. El registro me recuerda al título de otro programa televisivo: Aquí nos tocó vivir; sin embargo, el artista, a diferencia de Cristina Pacheco, no vuelca la mirada exótica a la vida cotidiana de los personajes del barrio, sino, como remate del encanto social de su pieza, invita a sus vecinos a entrar y contemplar desde ahí el paisaje de la periferia que bordea ciudad del puerto de Campeche.
En estos tres proyectos se visibiliza lo que John Berger mencionaba sobre el hábito y la convención del que observa en su tiempo, pero desde la imposibilidad como constructo urbano y fragmento del desastre: tres modos de ver las problemáticas centralizadas de las grandes ciudades por las miradas de artistas de la llamada provincia, también, desde hace un tiempo, hecha escombros.
Cabe mencionar que la plataforma del museo que acoge la muestra es generosa desde los departamentos de educación y museografía, ya que relacionan los procesos e intereses de los proyectos a través de diversos conversatorios y activaciones con los artistas, todo ello en torno a múltiples perspectivas del asunto, más allá del objeto artístico. Esto otorga la posibilidad de contacto con los distintos modos de ver del público y continuar, así, con la perspectiva formativa del programa.
Anexo:
Primer capítulo del programa Modos de ver de John Berger