Mi abuela me contaba cuentos cuando niño.
No eran cuentos, no eran de niños.
Una niña, porque eso era, una niña.
Corriendo sobre
las tejas y muros de adobe,
escape furtivo.
Cruzando milpa, maíz florido y moscos negros.
Una vida.
Candela ardiendo, era una niña.
Mi abuela dejó su pueblo para contar cuentos.
Una guerra.
Cruces, alcohol, golpes y muerte.
Miseria redundante en la entraña de sus ojos.
Silbidos de humo, mi abuelo sobre su rostro pálido, húmedo.
Golpes.
Gotas de esperanza, rosarios.
Mi abuela es anciana y hoy me contó cuentos.
No eran cuentos, no eran de niños.