Un día de estos, voy a amanecer bien muerto sobre la cama. Pasadas las siete, sonará la alarma que ya no podré apagar. Pero ya a las nueve, sonarán las llamadas insistentes de mi jefe, las cuales no podré ignorar. Así que, harto del timbre le contestaré, pero no le valdrá la «excusa», de que…
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