Saltamos la verja y caminamos hasta la pista de tenis. Al pasar junto a las cocheras, nos detuvimos un momento y recogimos unas moras del zarzal. Las más dulces estaban bien escondidas y nos arañamos los brazos tratando de alcanzarlas. Las guardamos en la funda de mi raqueta. Luego nos desviamos un poco del camino,…
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