Las nueve de la mañana, como no podía ser de otra manera, y la alborotada luz del sol, tan particularmente transparente a esa hora, que me suele despertar a lengüetazos. Caía de mí en un territorio de paz, tardé algunos segundos en reconocer que me había entregado a la tregua justo antes, momentos antes, de…
Leer Más