Fotografía de N. Obed —¡Aluízio! ¡Aluízio! ¡Por favor! ¡Rápido! —le susurró viendo a la oscuridad, con el rostro iluminado por las luces azules y rojas filtradas por la cortina, que mostraban los amplios bultos bajo sus ojos, las guedejas que caían del gorro de dormir ladeado. Con una mano asida al alzapaño, volvió a susurrar:…
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