Dicen que el agua cuenta secretos* | Por Berenice Ibarías

–¡Que te pongas los malditos zapatos!, ¿es que acaso quieres agarrar un catarro? –dijo su mamá. Pero a Rubén realmente no le importaba enfermarse. Le gustaba palpar con los pies a su perro Mollete: percibir el tracatrán de su corazón y sentir los afelpados pelillos que se le metían entre los dedos y le hacían cosquillas. Le gustaba…

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