Un agujero en la pared | por Laura Sharaí Reyes Vázquez

Ya no tengo uñas en los dedos de mis manos, pero mis dientes siguen mordiendo como si las tuviera, sin importarles que solo quede la carne lacerada expuesta y llena de saliva. Hace meses que no escucho siquiera el ladrido de los perros, pues allá afuera solo existe un silencio horrorosamente audible. Sin embargo, esto…

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