Ya no tengo uñas en los dedos de mis manos, pero mis dientes siguen mordiendo como si las tuviera, sin importarles que solo quede la carne lacerada expuesta y llena de saliva. Hace meses que no escucho siquiera el ladrido de los perros, pues allá afuera solo existe un silencio horrorosamente audible. Sin embargo, esto…
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