–Carlos, ¿viste el guante? –No, Vinicio. –No lo encuentro, Carlos. Ayúdame a buscarlo. Ah, terrible noticia para Vinicio. Perdió el guante donde puso su futuro; rocío que no venía del cielo, sino del espíritu que en algún momento escapó por su cuerpecito, cuando la adrenalina de una atrapada estuvo ahí, haciendo chispas y el dolor…
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