Rosa perseguía por horas a los gansos que criaba su tía en el patio y les cambiaba el agua de la pileta donde se bañaban aquellos bípedos alados. Otras veces, miraba por horas a las iguanas que descansaban en la albarrada y movían la cabeza de arriba abajo como si la saludaran. Cuando se aburría, se…
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