Fotografía de Gerardo Alquicira El viejo asoma la cabeza con instinto de perro, ni un carro allá a lo lejos, y luego cruza la calle. En esos segundos de la tarde no pasa un alma, no existe un alma, no hay nada. Alto, delgado, erguido, casi sin pensarlo, Sebastián se encuentra ya en la otra acera.…
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